Foto: Eme mirando al Sena. París, mayo de 2007
La ventana había dado ya tres golpes, a causa del ligero viento que atravesaba el estudio, así que por miedo a que se rompiera, me levanté para cerrarla. Había dejado de mirar a la pantalla del ordenador, guardado el archivo en que estaba trabajando, aunque sabía que si caía la electricidad, no pasaría absolutamente nada, porque llevaba más de media hora sin escribir una sola palabra, mirando a la pantalla como hipnotizado. Cuando me disponía a cerrarla miré hacia el puente. Me gustaba ver el efecto que hacían las luces sobre la piedra, sobre todo a aquella hora en que la noche aún no había caído del todo, y el azul del cielo tan sólo se había transformado en gris oscuro, y todavía faltaban unos minutos para que el negro profundo lo cubriera todo.
Allí estaba él, con su chaqueta blanca, apoyado en el muro. Parecía triste, como cansado, como si estuviera reflexionando algo importante. Empecé a imaginar cual era su historia y mi cabeza empezó a dar vueltas. Pensé que podría ser un buen personaje para mi novela, que llevaba parada tres meses, porque nada de lo que escribía llenaba mis cada vez menos exigentes expectativas.
Un amante abandonado por su novia, dos días antes de la boda – pensé. Noooo. Fácil, muy fácil. ¿Y si estuviera esperándola allí, para decirle algo, que la deja dos días antes de casarse? – seguí pensando. No, tampoco, fácil también.
Al cabo de unos segundos, mientras seguía inventando su historia, otro hombre se acercó a él, le pasó la mano por la cintura mientras le enseñaba en su cámara una foto que le había hecho. No estaba triste, tan sólo posaba para él. La miraron juntos, interesados, y luego el chico de la chaqueta blanca sonrió cariñosamente y le dio un beso en los labios, un beso apasionado y siguieron caminando. Un poco más adelante, dos chicas los estaban esperando.
Un grupo de amigos que visitan París – acabé concluyendo. Tampoco me sirve para mi novela. Pero parecían felices, a lo mejor tendría que escribir sobre cosas alegres y dejar de escribir novela negra, por un tiempo.
Cerré la ventana, volví al ordenador, abrí un archivo nuevo y empecé a escribir:
“Paisaje en gris oscuro, casi negro
La ventana había dado ya tres golpes, a causa del ligero viento que atravesaba el estudio …”
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
PS: En enero pasado hizo 20 años que Eme y yo estamos juntos, pero ayer fue un día muy especial, hizo un año que nos casamos. Como no pude actualizar porque estuvimos celebrándolo y autoregalándonos una escapada a Lanzarote, para la semana que viene, hoy le dedico esta historia, a él y a todos los que estuvieron con nosotros aquel 29 de septiembre, uno de los días más felices de nuestras vidas.