miércoles, 24 de diciembre de 2008

Felicitación ramesterazida

Foto: también remasterizada, la familia al completo. Prueba para la foto oficial de Navidad, que nunca se llegó a hacer. Terrassa, navidad de 2006.
Como no han cambiado muchas cosas, y el tiempo no me deja hacer mucho más, aprovecho para remasterizar el texto del año pasado:
“A pesar de que en estas fechas en las que todo se ha tergiversado, es cuando uno se da cuenta que no hace falta hacer nada en la vida para “triunfar”, que es suficiente casarse con un torero friky, divorciarse y ser todavía más friky para que la “prensa especializada” se preocupe por uno; a pesar de que lo que envuelve al amor y a los buenos sentimientos en estas fechas es una gran y carísima mentira que sólo interesa para vender más, igual que el día del padre o de la madre; a pesar de que la gente se emperra en adornar sus balcones como un puticlub de carretera, por no sé qué necesidad; a pesar de todo eso, digo, uno siente la necesidad de estar con los suyos, más que el resto del año, de ser mejor persona, de inflar los correos electrónicos y los teléfonos móviles de felicitaciones recibidas y reenviadas infinidad de veces y la mayoría de ocasiones con muy poco gusto.
A pesar de todo eso, me gusta sentarme y sentirme con mi familia y con todos los míos en estas fechas y compartir esa sensación de que estamos muy bien, para qué lo voy a negar. Y me gusta saber que formo parte de algo, de ese algo, y que tengo el apoyo de toda esta gente que camina conmigo, que viaja en esta complicada aventura que es la vida.
Felices fiestas viajeros, como no. “
Entrellat

sábado, 20 de diciembre de 2008

La confesión de González

Foto: González (a la derecha) y yo (a la izquierda) en la Escuela de Guerra Naval. Madrid, verano de 1986

Mis compañeros de viaje se habían quedado a descansar en nuestro hotel. Como yo no tenía sueño, decidí salir a pasear por el centro de Madrid, con mi cámara colgada al cuello. Poco me imaginaba entonces lo que daría de si aquel paseo, tanto que incluso me encontré con un viejo amigo, al que no había visto desde enero de 1987, cuando acabamos el Servicio Militar. Miento, en otra ocasión habíamos vuelto a coincidir, en Madrid también, justo un año después de aquel enero.

A pesar de los veinte años que hacía que no nos habíamos vuelto a ver, nada más cruzarme con su mirada, le reconocí. Su cara estaba exactamente igual, y llevaba el mismo corte de pelo que entonces: la ralla al lado y un discretísimo tupé, como un niño bueno. González siempre había sido muy discreto para todo. Su sonrisa era igual de tímida que entonces, sonreía como pidiéndole perdón al mundo. Iba vestido con tejanos, tal y como yo lo recordaba, y con un anorak negro con cremallera.

Él también me reconoció, a pesar de que yo sí que había cambiado, por no decir que esos veinte años habían dejado mucha más huella en mí, que en él.

- Hola, marinero – me dijo mientras se acercaba.

- ¡Holaaaaa, González! - dije yo, sin poder dejar de sonreír – ¡Qué coincidencia, qué casualidad, que alegría! ¿Pero cuanto tiempo hace que… 10 años? ¿15? – continué, sin poder parar de hablar, como intentando recuperar todo ese tiempo.

- Creo que más - dijo él.

- Bueno, cuéntame. ¿Cómo estás? ¿Estás solo? ¿Qué haces en Madrid, de vacaciones, de puente? – volví a preguntar.

- No. Bueno, sí. Estoy… Bueno, ya no vivo en Córdoba, vivo aquí, acabo de entrar en… - dijo cortando la conversación, con aquella media sonrisa que tenía a veces.

- ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? – le pregunté.

- Sí, sólo que… Me da vergüenza decírtelo.

- Pero hombre, por Dios, si hace muchísimo tiempo que no nos vemos y ya no somos niños – dije para quitarle hierro al asunto.

- Pues nada, eso, que no estoy de viaje, que vivo aquí desde hace unos meses. He entrado en el seminario – dijo mirando hacia el suelo.

- ¿En el seminario? ¿En qué seminario? – dije medio desconcertado.

- Pues eso, que quiero ser Sacerdote.

- Qué me dices, pero si tú no… antes no… - dije sin poder acabar la frase.

- Mira, cosas que pasan.

Seguíamos en medio de la calle Preciados, pero ahora mi sonrisa se había vuelto preocupación. La verdad es que no recuerdo cómo acabó la conversación, ni siquiera sé si nos dimos los teléfonos para no perder el contacto. Me hizo una ilusión tremenda encontrármelo de nuevo, pero aquella confesión me desconcertó mucho. No podía entender cómo aquel chico tan divertido, tan lleno de vida, con el que había pasado las largas tardes de verano de finales de los ochenta, era ahora una persona triste y llena de dolor. Me hubiera gustado ir a tomar un café o un chocolate con él por allí, preguntarle más cosas, intentar ayudarlo, o contarle cómo me había tratado la vida. Tantas cosas… pero por desgracia mi sueño acabó ahí. Supongo que aquel sueño que tuve en Madrid, como lo había sido el de Jose, hacía poco más de seis meses era un resto diurno, o tal vez un tema pendiente, y aprovechó mi estancia en Madrid para volver de mi subconsciente. Ojalá sea la premonición de algún reencuentro.

Que tengáis un buen día, viajeros.

Entrellat

viernes, 19 de diciembre de 2008

A la tercera va la vencida

El puente de la constitución dio para mucho en Madrid. Como decía hace un par de actualizaciones se celebraba el 30 aniversario de la constitución, así que hubo quien aprovechó para reivindicar la III República.
No sabíamos nada de la manifestación, nos la encontramos por casualidad, pero durante un rato nos unimos a ellos. Sí, soy republicano, vencido y convencido.
Mi amiga Milita, que también venía con nosotros, decía que gritáramos “Catalunya independent”, pero yo le dije que no, que primero una cosa y luego la otra, que no mezcláramos manzanas con peras, como dijo la señora Aznar en una ocasión. No vaya a ser que digan: “claro, la república sólo la quieren los catalanes”, que hay mucho manipulador y mucho ignorante por el mundo. Cierto. Había gente que mientras pasaba por al lado decía que los manifestantes eran de Esquerra republicana, incluso uno dijo que éramos de Terra Lliure.
El otro día leía en una encuesta de una publicación periódica gratuita, que el 52% de los españoles le gustaría que no hubiera monarquía. Rigor a parte, lo que no quedaba claro era si eso quería decir que se sienten más republicanos que monárquicos, u otra cosa que todavía me da más miedo.
Decir que nos iría mejor con la III República que con la monarquía, sería hacer política ficción y entrar en un juego dialéctico que realmente me aburre, por lo poco eficaz. Pero lo que sí es seguro es que no me gustan las imposiciones. No creo que los Borbones tengan derecho a ser los “jefes de estado” por el hecho de haber nacido en esta familia. Me gusta saber que si un dirigente no lo hace bien, se le puede echar a golpe de urna.
Llamadme sentimental, “tonto-el-haba” o como queráis, pero al grito de “España mañana será republicana”, se me ponía la piel de gallina; y eso que cuando oigo el nombre de España utilizado como arma arrojadiza me suele dar mucha grima.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
Foto 1: Yo, en la manifestación por la III República. Foto 2: Un manifestante con un ocurrente cartel. Madrid, diciembre de 2008

miércoles, 17 de diciembre de 2008

García-Alix o la cruda realidad

Foto: Una de las piezas de la exposición. Madrid, diciembre de 2008
“La fotografía es iconografía de muerte. Está en su naturaleza. En ella ya no somos como somos. Somos como éramos…
… una colección de retratados, es una colección de futuros cadáveres.
La fotografía es un poderoso médium. Nos lleva al otro lado de la vida. Y allí, atrapados en su mundo de luces y de sombras, siendo sólo presencia, también vivimos. Inmutables. Sin penas. Redimidos nuestros pecados. Por fin domesticados… Congelados. Al otro lado de la vida… De donde no se vuelve”
Alberto García-Alix
Alberto García-Alix, nació en León, pero podría haber nacido en Burgos, en Roma, en Nueva York o en Hong Kong. No lo digo yo, lo dicen sus fotografías. Pero es madrileño, porque le tocó vivir en Madrid, pero podría haber vivido en Londres, en París, en Praga, o en el barrio chino de Barcelona. No lo digo yo, lo dicen también sus fotografías.
La exposición de García-Alix “De donde no se vuelve”, que se puede difrutar/sufrir hasta el 16 de febrero de 2009 en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, está compuesta por una retrospectiva de sus fotografías. Además, como regalo nos ofrece un bomboncito, un video en el que textos como los que habéis leído al principio, interpretados con su propia voz, acompañan a sus fotografías. El video montaje es una declaración de principios, como lo es su fotografía. Es una visión de la vida, de su vida. Una vida dolorosa, cruda, de la cual ha ido recogiendo en trocitos de papel a los protagonistas, a veces personas, a veces sitios, a veces objetos, pero siempre protagonistas de su vida, de la vida por la que él ha pasado. Ese bombón de chocolate, al que ha substituido el azúcar por hiel, por la más cruda verdad, vine ya pelado, no lleva envoltorios, ni papel de celofán.
Destacaría sus retratos del lado menos glamuroso de la Movida Madrileña, de las drogas, la marginalidad, y del precio que había que pagar por estar allí, siendo parte de esa movida. Su enorme colección de autoretratos en el tiempo, dicen mucho de todo esto.
Tanto Eme como yo, estuvimos casi toda la visita sin decirnos nada, y salimos de la exposición con los ojos vidriosos, con el estómago encogido y con un cierto dolor.
Y… No, nada más. Prefiero que el que tenga oportunidad la vea. A los madrileños afortunados, que no la dejen escapar; y al resto, una pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que fuisteis a ver arte en Madrid? No, aquella vez no vale. Esto que nos ofrece García-Alix, sí es arte de verdad, es la vida misma. ¿Hay algo más artístico que eso?
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
PS: Por cierto, si no tenéis suficiente con esta exposición, podréis ver otra foto suya en la exposición Collage, en la Galería Sen de Madrid (C. Barquillo, 43), en la que comparte espacio entre otros con el artista José Luis Marín , al que seguramente conoceréis como /sirenobara_dos, otro artistazo por todos los costados.

martes, 16 de diciembre de 2008

En el parque temático

Nuestra estancia en Madrid coincidió con el 30 aniversario de la Constitución. Para celebrar el evento, se habían organizado dos jornadas de puertas abiertas en el Congreso de los Diputados, y como a una de las personas que iba con nosotros le hacía ilusión visitar el congreso, máxime en una fecha como aquella, nos acercamos el primer día para visitar el hemiciclo e intentar distinguir en el democrático techo del recinto las marcas de las balas que un 23 de febrero el señor Tejero hizo vestido con sus mejores galas.
El primer día llovía, pero aun así la cola ya daba la vuelta por el museo Thysen y continuaba Paseo del Prado arriba. Sin querer averiguar hasta dónde llegaba, decidimos cambiar de planes y hacer otras cosas de las que teníamos en el “programa”.
El segundo día a primera hora ya estábamos allí. Pasamos por delante de “La tienda del Congreso” (ver foto) y seguimos hacia la puerta de los leones, por un lateral de la cual estaba la entrada a la visita. Para ser educado diré que me pareció curioso que existiera una tienda en la que comprar jarritas para el desayuno, y otros suvenires con motivos del hemiciclo, como si de un parque temático se tratara, y me imaginé a los ministros vestidos de leones de fieltro, o de Guardias Civiles golpistas repartiendo folletos y vales descuento para consumiciones en el McCongreso, diciendo a la gente que pasaba con sus bandejas, “se sienten, coño”.
Para los que conozcáis Madrid, la cola ya bajaba por la Carrera de San Jerónimo, daba la vuelta por el museo Thysen seguía por el Paseo del Prado hasta llegar a la Cibeles; para los que no lo conozcáis, preguntamos a un policía que controlaba el evento y nos dijo que había unas 4 horas de cola. Por supuesto volvimos a desistir, aun a sabiendas que era la última oportunidad que teníamos de visitar el recinto donde nuestros representantes se pelean y discuten nuestro futuro.
Aun así, creo que ganamos con el cambio, no porque al dejar el Congreso viéramos una enorme limusina en la puerta del hotel que está justo en frente, de la que bajó Paris Hilton ataviada con un magnífico chándal rosa y gris, no. Si no porque el cambio consistió en ir al Reina Sofía. Los que no lo habían visitado nunca decidieron ir a ver el Guernica y su casi más espectacular colección de obras preparatorias, y el resto, Eme y yo, fuimos a ver la inquietante exposición retrospectiva de fotografías de Alberto García-Alix, y otra menos inquietante pero también interesante de Zoe Leonard. Sin embargo debo reconocer que la primera me dejó tan impresionado (y a Eme también), que no disfruté de la segunda, todavía tenía la cabeza en la primera. Mañana os hablo de la exposición de García-Alix, creo que se merece una actualización aparte.
Justo después nos fuimos a tomar un café a la preciosísima cafetería de la ampliación del museo, diseñada por el arquitecto Jean Nouvel, que como todo lo que hace este señor, autor entre otras cosas de la Torre Agbar en Barcelona, o del Instituto del Mundo Árabe en París, tampoco nos dejó indiferentes.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
Foto 1: La tienda del Congreso. Foto 2: fachada del congreso. Madrid, diciembre de 2008

lunes, 15 de diciembre de 2008

La Costanilla de San Andrés

Foto: La Costanilla de San Andrés, en el barrio de La Latina. Madrid, diciembre de 2008

Salíamos del restaurante donde habíamos parado a cenar, pero en vez de desandar nuestros pasos para llegar al hotel, decidimos no bajar por la Costanilla de San Andrés, que aunque su nombre ya nos había avisado la primera vez de lo empinado del trazado, y aunque esta vez hubiera sido de bajada, después nos hubiera esperado traicioneramente la subida de la calle Segovia.
Era la última noche y la reserva de fuerzas y de antiinflamatorios estaba llegando a su fin; por eso decidimos acabar de subir los metros que nos faltaban de la Costanilla de San Andrés, y seguir hasta el metro de La Latina.
Al final de la subida estaba la iglesia que compartía nombre con la Costanilla. En la puerta había un par de “sin techo” calentándose con una improvisada hoguera que habían hecho dentro de un bote de metal. Seguimos caminando y en un entrante que había en un portal, había otro preparándose para dormir en la calle. Tenía una goma en el brazo, y una jeringuilla en la otra mano. Me gustaría decir que se preparaba para pasar la noche tomando un caldito caliente, mientras se metía en un saco de dormir; pero no era así. Se preparaba para pasar la noche, sí, pero seguramente “el caldito” que se iba a meter intravenoso, era lo único que se metía en el cuerpo ese día.
Un poco más adelante, a tan sólo unos pasos, caminando delante del teatro que Lina Morgan tiene allí, una chica le preguntaba a un chico más o menos de su edad: “¿Saben tus amigos que te metes?”. El chaval daba excusas de mal pagador diciendo: “Bueno, alguno, no todos”. Estos dos iban bien vestidos y se dirigían seguramente a comprar algo con lo que “divertirse”.
Unos pasos más allá estaba la parada de metro La Latina. Bajamos por las escaleras, tomamos un tren y nos dirigimos hacia nuestro hotel, hacia nuestras calentitas y secas habitaciones. Aquellos “sin techo” que habíamos dejado atrás, no eran los primeros con los que nos habíamos cruzado en este viaje, y tampoco tenían la misma suerte que nosotros.
En este viaje como siempre he vuelto enamorado de Madrid, de su gente, de sus historias, de su cultura, pero esta vez he visto también un Madrid menos amable, más deshumanizado que otras veces.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat

viernes, 5 de diciembre de 2008

Speaking in silver

Foto: La carta de Konstantin. Terrassa, diciembre de 2008
Queridos señores de la Real Academia de la lengua española:
Mi nombre es Konstantin, y hasta hace un par de años vivía en el sur de Rusia, pero me vine a vivir a su país, por cuestiones de trabajo; sin embargo, creo que volveré a Rusia, porque no me acostumbro a su lengua. Me dijeron que era una lengua sencilla de aprender, pero no ha dejado de generarme problemas desde que llegué. Les pondré un ejemplo.
Mi vecino Hache se enfada mucho conmigo cada vez que lo llamo por su nombre. Yo pensaba que se llamaba José, porque así lo vi escrito en el buzón y cuando hablé con otro vecino de él, y le pregunté:
-Has visto a José el presidente?
-Querrás decir a Pepe – me dijo.
-Pues en el buzón pone José – le dije yo.
-"Llámale hache"- me dijo él, y desde entonces le llamo así, pero veo que no le gusta mucho.
El mismo día bajé y le dije: Hache, me dejas un martillo, que tengo que "clavarle un clavo" a la vecina del quinto. No sé qué entendió, pero se empezó a reír y me dijo que iba a buscarlo y que venía "cagando leches". Yo pensé que le había sentado mal el desayuno y que tenía diarrea, pero no, volvió enseguida con el martillo y se volvió a marchar con una sonrisa picarona en la cara.
Al ver que no podía clavar el clavo, bajé otra vez a casa de Hache y le pedí un taladro, y me dijo que no tenía, que eso "valía un huevo"; así que subí a casa y bajé a la ferretería, pero a la chica de la caja no le hizo gracia que le pagara con un huevo.
-"Te vas a quedar conmigo?"- me dijo la chica, como enfadada.
-No, no me puedo quedar contigo- le dije yo - tengo que "clavarle un clavo a la vecina", por eso quería el taladro.
-"Me tomas el pelo?" - me volvió a preguntar la chica, que parecía más enfadada todavía, y cuando acerqué la mano para acariciarle su cabellera, me soltó un bofetón, que me dejó sordo.
-"Lárgate pitando" de aquí – me dijo la chica quitándome el taladro de las manos.
- Piiiiii – dije yo mientras me marchaba, con una mano en la oreja, y sin entender absolutamente nada, pero no era cuestión de que se enfadara más.
Al llegar a casa de la vecina para explicarle lo que había pasado, me dijo: - date prisa, que "vas pisando huevos". Miré al suelo pensando que se me había caído el que había bajado a la ferretería, pero me acordé que se lo había quedado la cajera. La vecina empezó a hablar y hablar, y a hablar, y yo a pesar de que no entendí lo de los huevos, esperé a ver si era verdad lo que decía Hache, que la vecina del quinto "hablaba por los codos"; pero no fue así, sólo hablaba por la boca, como todos.
Les escribo esta carta para que sepan que su país me gusta, pero que en unos meses, cuando acabe mi contrato de trabajo volveré a mi país, porque no puedo soportar todo esto, no entiendo a los españoles. Además quería pedirles si podrían eliminar de su lista de frases hechas, la de "beber como un cosaco", porque todos se ríen de mí cuando digo que soy abstemio, y me obligan a beber hasta caer en coma etílico.
Atentamente,
Konstantin el Cosaco
Hoy me voy de puente a Madrid, si queréis algún recado me lo decís. Yo aprovecharé para ver alguna exposición y pasear por las calles de capital del reino. Ah! y para llevar la carta de Konstantin a la Real Academia de la lengua, pobre hombre.
Que tengáis un buen fin de semana, viajeros.
Entrellat

martes, 2 de diciembre de 2008

Secretos inconfesables

Foto: La tarta de manzana realizada hace unos minutos con la receta de Cuarzolaya
Después de salir del lavabo, Andrés volvió a pasar por el largo pasillo que le separaba de la cocina. Si antes ya le parecía largo, desde que tuvo el infarto cerebral, hacía escasamente un año, todavía le parecía mayor. Le costaba mucho no arrastrar los pies, ya que a pesar de no ser muy mayor, el infarto le había dejado la movilidad algo reducida. Se agarraba a las paredes en el intento de no arrastrar las zapatillas de franela, para no hacer ruido. No quería que su hija se despertara y le pillara hurgando en la nevera.
Se dirigió a la cocina por segunda vez, haciendo al revés el mismo recorrido que había hecho hacía veinte minutos. La primera vez salió de su habitación y entró en el lavabo que estaba situado justo al lado. Su hija lo tenía reservado exclusivamente para él, por la proximidad de las dos estancias, decía ella, aunque la realidad era que no soportaba que la primera visión que tuviera por las mañanas al levantarse fuera el bote con la dentadura de su padre.
Nada más entrar en el lavabo, tiró el agua del bote y sacó su dentadura postiza, se secó con la toalla, y se dirigió a la cocina, despacio, con la dentadura en la mano. Cuando llegó, cortó un trozo de papel de aluminio del dispensador que estaba en la repisa, al lado del microondas, envolvió la dentadura y la introdujo en el congelador, escondida debajo de lo primero que encontró, esta vez le pareció que eran unos sanjacobos.
Volvió a hacer el camino hacia el lavabo y cuando terminó de asearse y de peinarse, retomó el pasillo hacia la cocina, abrió el congelador, retiró los sanjacobos, y recuperó su dentadura. La desenvolvió meticulosamente y se la colocó. Le encantaba sentir el frescor que en tan poco tiempo conseguía retener la dentadura. Esa sensación le aliviaba sus dañadas encías y conseguía un placer, que desgraciadamente duraba tan solo unos minutos.
Con la dentadura ya puesta, cortó un trozo de tarta de manzana que su hija había preparado el día anterior con una receta que había encontrado por internet y la degustó, sonriendo por esos pequeños placeres, el de la dentadura fría y el de la tarta de manzana, que la vida todavía le ofrecía, como si fueran secretos inconfesables. Aunque en cierto modo lo eran, ya que su hija le había prohibido que dejara la dentadura en la nevera, a pesar de que ella dejaba el antifaz de gelatina que utilizaba para sus cada día más habituales migrañas; pero claro, era su nevera, era su casa.
Hace un momento he visto una receta de manzana en la página de /cuarzolaya, y como se me había acabado el riquísimo tiramisú que /latriche y los demás trajeron a la cena-excusa-para-vernos de este sábado pasado, he corrido a preparar una, porque me ha parecido muy sencilla. Ahora mismo corro a probarla, que hace unos minutos que la he dejado encima del mármol enfriando y mientras tanto os he preparado esta historieta. En la próxima actualización os digo como quedó la tarta.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
PS: Aprovecho para dar las gracias a el_ruso80, la_triche, mr_conxito, nekobcn y a mi hombre por el buen rato que me hicieron pasar este sábado en casa. Y a cuarzolaya por la receta.