jueves, 10 de enero de 2008

Adéu

Foto: Trabajadores. Aguas Calientes (Perú), noviembre de 2007
No, no me voy. A pesar de que cada vez se me complica más la cosa y dedico menos tiempo a este divertimento que es fotolog, no me voy, seguiré con vosotros.
El título de la actualización de hoy viene porque, cuando volvía a casa este mediodía, he escuchado una conversación entre dos chicos de unos 25-30 años, que estaban bastante lejos uno de otro y que hablaban en voz muy alta. No se qué idioma hablaban. Por su aspecto, aseguraría que no eran marroquíes, pero tampoco eran rubios, como los de la Europa del este, y aunque a primera vista me han parecido italianos, ya que he creído oír alguna palabra en este idioma, cuando he prestado un poco de atención, me he dado cuenta de que no lo eran; y como no era cuestión de preguntarles de donde venían, he seguido camino a casa con la impresión de que eran rumanos.
Lo curioso del hecho es que la única palabra que he entendido de toda la conversación, corta, todo hay que decirlo, ha sido “Adéu”, el Adiós que utilizamos los catalanes. Seguía caminando con una sonrisa en los labios, pensando en cómo habían hecho suya esta expresión tan catalana, como lo hicieron en su día todos los inmigrantes del resto de España que en los años sesenta, y antes, llegaron a Cataluña, con la misma intención que estos “rumanos”, la de tener una vida más digna, y me preguntaba si eso no era un síntoma de integración.
Un poco más tarde, casi llegando a casa, seguía pensando en eso, y me sentía desconcertado por las personas que rechazan la inmigración, por sistema, por los que se creen dueños de este país, y de lo mucho que hay para compartir. Tienen razón cuando dicen que la inmigración genera desorden, y algo de caos, pero también la generó aquella inmigración de los sesenta. Terrassa, mi ciudad, en aquellos años era un desastre urbanístico, a causa de las viviendas que los inmigrantes construían de manera desordenada, sin ningún tipo de planificación, pero hoy, unos años después, Terrassa es una ciudad cómoda para vivir, ordenada, es la segunda ciudad universitaria de Cataluña, con dos líneas de trenes, y un metro que ya está en construcción, que será la envidia de muchas ciudades de su tamaño, con una red de carreteras impresionante, con una oferta cultural muy grande, y sobre todo con una industria y una economía más que saneadas; y todo gracias a los que ya estaban en aquellos años e invirtieron su dinero y su saber hacer, pero también gracias a los que vinieron y con su mano de obra y sus ganas de sobrevivir, ayudaron a que toda esta remodelación fuera posible. La ciudad se transformó, y sigue transformándose, gracias a todos y cada uno de ellos, como lo seguirá haciendo con estas nuevas personas que vienen, no me cabe duda. Es cuestión de paciencia. Nadie se imagina hoy en día nuestra ciudad, sin todos esos inmigrantes españoles y sin lo que ellos aportan; de la misma manera que dentro de unos años, no nos la podremos imaginar sin todas estas personas que vienen ahora de Marruecos, de China, de Ecuador, de Rumanía, o de tantos y tantos países. En la última estadística había más de 220 nacionalidades diferentes en nuestra ciudad.
La integración sólo se hace con el tiempo; así que tengamos un poco paciencia, y sobretodo un poco de respeto. Si es cierto que el primer ser humano viene del África, ¿no tenemos todos sangre de inmigrante en alguna rama de nuestro árbol genealógico?
Feliz día, viajeros.
Entrellat

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