domingo, 4 de mayo de 2008

Como a nadie le importa

Foto: Jose en casa de sus padres, en Madrid, aproximadamente el 1987
Hacía tan sólo un par de minutos que la lista de los 20 preseleccionados para el viaje a Nueva York había salido por la parte inferior de la pantalla de la televisión, cuando sonó el teléfono. Lo cogí. Estaba nervioso, pensando que sería del concurso al que acababa de llamar. Primero no dijo nada. Silencio. Y luego sólo dijo: “felicidades, preseleccionado”. No lo había reconocido, hacía más de 20 años que no oía su voz.
Era la noche de fin de año y había ido con Eme a Madrid, a cumplir uno de mis caprichos: tomar las doce uvas en la Puerta del Sol, mientras sonaba la canción de Mecano. En el hotel de la Plaza del Carmen, entre la Gran Vía y la Puerta del Sol, Eme se duchaba mientras yo miraba la tele y hablaba con Jose por teléfono.
-¿Y qué haces en Madrid? – preguntó él.
-Pues aquí, que voy a ir a ver las campanadas a la Puerta del Sol.
-¡Vaya turistada! ¿Y por qué no me has avisado que venías?
-No sé, hemos llegado hace un rato, y estamos cansados – dije desconcertado. No se me ocurría otra excusa - ¿Has ido alguna vez? – le pregunté para romper el silencio que se había vuelto a crear.
-No, claro que no - dijo él.
-¿Y por qué no te vienes con nosotros? - le dije yo.
-Ya sabes que no puedo, pero tú sí que puedes venir a verme. ¿Por qué no lo hiciste? ¿Por qué no viniste a verme entonces?
-No sé, sentí miedo. El día aquel, cuando sonó el teléfono dos veces y no llegué a cogerlo, sentí como un escalofrío, y llamé a tu casa para preguntar por ti, y tu madre me dijo que habías muerto hacía dos semanas. ¿No te han dicho nada? – me dijo la mujer casi llorando. Y colgué, mientras le decía lo siento, lo siento, lo siento, sin parar de llorar. Me sentía avergonzado y triste. Y ya no volví a llamar, nunca más.
-Te quiero Jose- le dije, como pidiendo perdón.
-Yo también, no te preocupes. “Oyes. Ya sabes, como a nadie le importa” – dijo él utilizando una frase de una amiga suya, que había generado muchas risas entre nosotros.
Mientras hablaba con Jose, sentí como si mis palabras hubieran estado preparadas desde hacía tiempo, aunque sólo ahora podían ser dichas, y sentí que nuestra conversación discurría de una manera natural y llena de cariño, sin reproches, como siempre había sido nuestra amistad.
-Despierta, te toca ducha – dijo Eme, mientras me daba un beso suave en los labios- Te estabas riendo, ¿qué estabas soñando?
-No sé, perdona, me he quedado dormido.
-Sí, ya veo, y casi tiras el teléfono al suelo.
-Luego te cuento - dije todavía atontado, sin poder articular apenas una palabra.
-Nueva York… ¿A quién le tocarán esos viajes?- dijo Eme, incrédulo mientras miraba el televisor, que se había quedado encendido.
Su comentario me hizo despertar de golpe y miré la lista de los ganadores que pasaba de un lado a otro de la parte inferior de la pantalla, pero el mío no estaba.
- Yo creo que es mentira, que no le tocan a nadie, que los nombres que ponen ahí abajo son inventados. Venga… dúchate, que nos van a dar las campanadas – dijo mientras guardaba mi teléfono en la funda, y me ayudaba a levantarme de la cama.
Hoy me he despertado a las 6 de la mañana, y estaba soñando que hablaba con un amigo de Madrid, que murió hace muchos años, y como no he podido volverme a dormir, como no he querido volverme a dormir, le dedico mi sueño y mi actualización de hoy.
Y a todos vosotros, que tengáis un feliz día, viajeros.
Entrellat

1 comentario:

Manel Aljama dijo...

"Yo creo que es mentira, que no le tocan a nadie"
Una bonita historia o quizá un fresco retrato de amor y desamor urbano y actual. Cuántas veces las parejas se dicen mutuamente "je t'aime" cuando en el fondo uno o los dos están pensando "moi non plus". Luego como en todo, el paso del tiempo y las ausencias dan a todo otro color, otro punto de vista pero muchas es quizá tarde.