domingo, 11 de octubre de 2009

El país de las sensaciones

Foto: Niños pidiendo regalos a los turistas. Jaipur, 19 de septiembre de 2009
Han pasado casi quince días desde que volví de la India y me he sentado casi cada día para comentar algo del viaje, para deciros por lo menos por qué no continué con lo que me había propuesto, hacer un relato in situ de las vivencias del viaje. Pues bien, pasado ese tiempo todavía no sé qué contar, no sé qué impresión me ha causado la India y su gente, no sé si me ha gustado, si me ha encantado o si por el contrario me ha horrorizado.
Manel, un compañero en el difícil pero gratificante camino de la escritura, calificaba mi viaje en la anterior entrada con un: “horror, estáis haciendo de turistas”. Lógica su apreciación después de alguno de mis comentarios. En mi defensa diré, aunque creo haberlo dicho ya, y si no ahora es buen momento, que para mí la diferencia entre hacer turismo y viajar no está en la cantidad de estrellas del hotel donde uno se aloje, o en lo más o menos organizado que esté el viaje, si no en la actitud y la mirada que tiene uno ante lo que ve.
Yo me considero viajero y no turista, porque intento — difícil tarea, lo sé— interferir lo mínimo posible ante lo que pasa por delante de mis ojos. Considero que hacer regalos a los niños, darles caramelos, bolígrafos, los jabones de los hoteles, monedas, o lo que sea, es abocarlos a la mendicidad; es enseñarles que no hace falta ir a la escuela, ni trabajar porque es más fácil conseguirlo pidiendo. Creo que si uno tiene algo que dar, es mejor que lo haga a través de una escuela, de una organización que se encargue de repartirlo de manera más o menos justa, para no crear en los niños la falsa idea de que mendigando se puede vivir cómodamente. Alguien dijo alguna vez “Dale un pez a un hombre y comerá un día. Enséñale a pescar y comerá todos los días.”
Intento también no juzgar con mi occidental y aburguesada mirada su manera de vivir, aunque a veces, en el intento de entender lo que está pasando, aparezca la cruel e injusta figura de la comparación.
Por cierto, que no continué con el relato in situ del viaje, porque había tantas y tantas cosas para ver, porque eran tantas y tan duras las sensaciones que me quedaban al final de la jornada que me veía incapaz de organizarlo en mi cabeza y ponerlo en palabras. Supongo que poco a poco empezaré a darles forma.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat

4 comentarios:

Busca qui t'ha pegat dijo...

no trobe malament fer turisme sempre que siga ben entés i correcte, perquè al cap i a la fi el turista és el que visita una terra que no és la seua.

els valencians no tenim perdó... no en tenim!

petons, templat!

Manel Aljama dijo...

No he tenido la suerte haber viajado hasta la India y aunque tenga muchas referencias hace falta una situación, si quiere hiperbólica como la que describes: "lo he visto con mis propios ojos". Eso es lo que has vivido. Y no hay palabras o no se encuentran para poder describir lo que se está viviendo.
Espero que al menos habréis prodido haveriguar si se puede porqué hay marginados a los que llaman "intocables" cuando la ley escrita dice lo contrario. A esas preguntas y otras llegó también Jaume Bartolí, un viajero, en su libro "De Sibèria al Tròpic" (ed. La Magrana).
En fin, que no os pase como al del "Club de los Poetas Muertos" que aquí me permito parafrasear:

"Fui a la India porque quería vivir intensamente; quería ‘sacarle el jugo’ a la vida. Desterrar todo lo que no fuese vida, para así, no descubrir en el instante de mi muerte que no había ido a la Inidia."

En fin, gracias por tus palabras y por este último post que es muy pero que muy elocuente y además está lleno de sabiduría.

Manel Aljama dijo...

Me olvidé: lo de turistas no iba con animadversación sino todo lo contrario, con sana crítica.

PS:
Cometí un gazapo tipográfico y se me hundió la h en averiguar :(

Anhermart dijo...

No me extraña que te quedes "bloqueado" después de ese viaje a la India. Yo no he estado pero, al decir de todos los que sí fueron algún día, visitar ese país es un choque tremendo con tu propia concepción del mundo, de la vida si eres occidental. Muchos viajeros dicen que ese hecho les cambió de alguna manera la vida para siempre. Suelen decir que no olvidarán nunca el olor a carne quemada en la incineración de los muertos, la pobreza extrema en la que sobreviven miles y miles de personas, ver cadáveres flotando en el Ganges mientras los cuervos se alimentan de ellos...y a poca distancia de todo eso el lujo más ostentoso que se pueda imaginar. Debe ser un choque muy fuerte para nuestros ojos y nuestra conciencia, pero a la vez aleccionador e interesante, por lo que no descarto hacer ese viaje en algún momento.
Esperaremos impacientes tu relato o crónica sobre ello.
Saludos.