lunes, 15 de septiembre de 2008

Retratos turcos: Ismail y sus gatos

Hacía unos seis meses que el propietario del puesto de libros le había despedido, porque había recibido quejas de los compañeros de los puestos de al lado, conforme Ismail alimentaba a los gatos que había a la entrada del patio del Gran Bazar, donde están situadas las librerías. A pesar de que Ismail era una buena persona, las quejas de los compañeros venían dadas porque habían visto crecer el número de animales progresivamente desde hacía un par de años; y hasta algunos, los más cercanos a la puerta, habían encontrado algunas pulgas dentro de su puesto. Después de avisarlo un par de veces, no dudaron en denunciarlo al dueño de la librería, que debido a la confianza que tenía a Ismail, pasaba tan sólo una vez por semana por el puesto del Gran Bazar, los viernes a la hora de cerrar, para cobrar los ingresos de toda la semana. Aún así, y tras un par de avisos, no dudó en despedirlo cuando las quejas se volvieron a repetir.
Ismail, como todos días llegaba a la hora de abrir las paradas, pero ahora ya no traspasaba la puerta del patio, se dedicaba a limpiar la caseta de los gatos, a cambiar el agua de los cuencos donde bebían, y a dejarles algo de comida, la que había conseguido reunir de los bares de los alrededores. Cada día, después de comer, los gatos se le acercaban refregándose en su pantalón y maullándole suavemente, y le regalaban su gratitud y alguna que otra pulga.
Algunos de sus antiguos compañeros pasaban de largo al ver a Ismail adecentar la caseta de los gatos, que él mismo había construido, aun así Ismail los saludaba, día tras día, sin saber por qué ellos bajaban la cabeza y entraban al patio sin decirle nada, como si estuvieran enfadados con él, o como si hubieran hecho algo malo.
Ismail había pensado en llevarse los gatos de allí a otro rincón donde molestaran menos, pero sabía que si se los llevaba, los roedores volverían, igual que habían llegado hacía bastantes años, antes de que él trajera una pareja de gatos, para solucionar el problema. También sabía que si volvían, acabarían con algunos de los mejores tomos de sus amigos libreros, de los más antiguos, los preferidos por los ácaros, pero también por los ratones, y por eso había desistido de su idea.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
Foto 1: Un alimentador a la entrada del patio de las librerías. Foto 2: gatos descansando fuera de la caseta. Estambul, agosto de 2008
(Si quieres verlas a tamaño natural, haz doble clic sobre la foto)

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