martes, 16 de diciembre de 2008

En el parque temático

Nuestra estancia en Madrid coincidió con el 30 aniversario de la Constitución. Para celebrar el evento, se habían organizado dos jornadas de puertas abiertas en el Congreso de los Diputados, y como a una de las personas que iba con nosotros le hacía ilusión visitar el congreso, máxime en una fecha como aquella, nos acercamos el primer día para visitar el hemiciclo e intentar distinguir en el democrático techo del recinto las marcas de las balas que un 23 de febrero el señor Tejero hizo vestido con sus mejores galas.
El primer día llovía, pero aun así la cola ya daba la vuelta por el museo Thysen y continuaba Paseo del Prado arriba. Sin querer averiguar hasta dónde llegaba, decidimos cambiar de planes y hacer otras cosas de las que teníamos en el “programa”.
El segundo día a primera hora ya estábamos allí. Pasamos por delante de “La tienda del Congreso” (ver foto) y seguimos hacia la puerta de los leones, por un lateral de la cual estaba la entrada a la visita. Para ser educado diré que me pareció curioso que existiera una tienda en la que comprar jarritas para el desayuno, y otros suvenires con motivos del hemiciclo, como si de un parque temático se tratara, y me imaginé a los ministros vestidos de leones de fieltro, o de Guardias Civiles golpistas repartiendo folletos y vales descuento para consumiciones en el McCongreso, diciendo a la gente que pasaba con sus bandejas, “se sienten, coño”.
Para los que conozcáis Madrid, la cola ya bajaba por la Carrera de San Jerónimo, daba la vuelta por el museo Thysen seguía por el Paseo del Prado hasta llegar a la Cibeles; para los que no lo conozcáis, preguntamos a un policía que controlaba el evento y nos dijo que había unas 4 horas de cola. Por supuesto volvimos a desistir, aun a sabiendas que era la última oportunidad que teníamos de visitar el recinto donde nuestros representantes se pelean y discuten nuestro futuro.
Aun así, creo que ganamos con el cambio, no porque al dejar el Congreso viéramos una enorme limusina en la puerta del hotel que está justo en frente, de la que bajó Paris Hilton ataviada con un magnífico chándal rosa y gris, no. Si no porque el cambio consistió en ir al Reina Sofía. Los que no lo habían visitado nunca decidieron ir a ver el Guernica y su casi más espectacular colección de obras preparatorias, y el resto, Eme y yo, fuimos a ver la inquietante exposición retrospectiva de fotografías de Alberto García-Alix, y otra menos inquietante pero también interesante de Zoe Leonard. Sin embargo debo reconocer que la primera me dejó tan impresionado (y a Eme también), que no disfruté de la segunda, todavía tenía la cabeza en la primera. Mañana os hablo de la exposición de García-Alix, creo que se merece una actualización aparte.
Justo después nos fuimos a tomar un café a la preciosísima cafetería de la ampliación del museo, diseñada por el arquitecto Jean Nouvel, que como todo lo que hace este señor, autor entre otras cosas de la Torre Agbar en Barcelona, o del Instituto del Mundo Árabe en París, tampoco nos dejó indiferentes.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
Foto 1: La tienda del Congreso. Foto 2: fachada del congreso. Madrid, diciembre de 2008

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