miércoles, 10 de septiembre de 2008

Por la bajada de la torre

Ningún cartel llamativo dejaba claro que aquel edificio era un restaurante; tan sólo una pequeña nota en un papel colgado en la puerta indicaba que podías comer o tomar una copa en aquel sitio. Como es normal lo pasamos de largo y seguimos nuestro camino por una de las empinadas cuestas que bajan de la Torre Gálata hasta el mar. Andábamos buscando aquel edificio, ya que por la curiosa utilidad que había tenido en la antigüedad, había llamado la atención de Jota, durante la preparación del viaje, antes de llegar a Estambul, y llevaba anotada la dirección en su libreta; así que cuando lo pasamos de largo, volvimos a subir unos metros, y allí estaba aquella antigua prisión inglesa, transformada en un curioso restaurante, que sin quererlo se convirtió en uno de los momentos más entrañables del viaje.
El edificio tenía un aire inglés, pero si no hubiera sido por las indicaciones de la guía de Jota, no lo hubiéramos encontrado, porque nada parecía recordar que aquello había sido una antigua prisión hacía un par de siglos. Estaba decorado de una manera sencilla, con un aire retro, pero muy agradable. Una pareja de georgianos, habían rehabilitado aquel espacio, además de algún otro edificio más de la zona.
El local estaba completamente vacío, lo que de entrada no es una buena garantía para un restaurante. La propietaria nos acompañó al piso superior donde estaban las mesas mejor montadas, pero nosotros decidimos salir a la terraza, la iluminación parecía más agradable y la suave temperatura de la noche lo permitía. Por supuesto nos dejó sentarnos donde quisimos, y se fue. Al cabo de unos segundos vino el marido. Mientras tomaba nota de las bebidas, nos preguntó de dónde éramos. Al decirle que de Barcelona, sacó su enorme catálogo de elogios hacia Gaudí y su obra, y fue en aquel momento cuando nos enteramos que era arquitecto, y que con la ayuda de su señora habían rehabilitado y reconvertido aquel curioso lugar en lo que ahora era. Se esforzaba en hablar algunas palabras en castellano, aliñadas con algo de italiano, sobre un lecho importante de inglés. Qué fácil de digerir una conversación así, sobre todo para los que como yo no dominamos la “cocina inglesa”.
Luego vino la señora a tomar nota de los platos. Le dejamos escoger los primeros a ella, y nos regaló las papilas con unos variados y riquísimos entrantes. Para los segundos también pedimos consejo, ya que aunque la carta estuviera en inglés y alguno de nosotros lo hablaba, era difícil saber realmente de qué se trataban aquellos platos de cocina georgiana con influencias turcas.
Podría decir que acabamos la velada con unos buenísimos postres caseros, pero no, la guinda la puso la señora. Después de servirnos se sentó al piano, e interpretó para nosotros un pequeño concierto de canciones populares rusas. Marie y Jota aprovecharon para bailar y sus abrazos se mezclaban con la música y la voz de la pianista georgiana. Era precioso verlos en aquel encantador sitio, disfrutando de aquella manera.
Aquella noche Georgia volvería a ser protagonista otra vez, pues cuando llegamos al hotel nos enteramos que Rusia había ocupado con sus tropas parte de la ex república soviética.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
Foto 1: Eme en un momento de la cena. Foto 2: Marie y Jota bailando en el restaurante. Estambul, agosto de 2008

1 comentario:

Zoraida Morandi dijo...

Vi su blog amigo...su comentario..le diré que los mejores sitios o lugares para disfrutar de una buena comida..son los antiguos..así que lo felicito disfruto ud....