
“No podía verlo, pero notaba su cara seria y el frio de su cuerpo en mi mejilla, mientras él y su hermano miraban impertérritos al frente. Hacían bien su trabajo de vigilantes, por eso me abracé a uno de ellos. Intentaba, ignorante de mí, que la sabiduría y experiencia de todos estos años pasara a través de su fría y dura piel. Sabía que la bestia vivía siempre enfadada, a pesar de que la isla y aquella ciudad en particular, que se creía todavía capital, como lo había sido en tiempos de piratas, le acogían sin hacer casi preguntas.
No sabría decir si el frio de su corazón venía de la morriña que sentía por su tierra, o porque ahora no tenía ningún templo que proteger, ni él ni su hermano. La puerta del antiguo cine, donde estaban situados, y el abrazo de algún viajero despistado, no eran suficientes para calentar ese corazón, que hacía siglos había luchado contra corajosos caballeros.

Eme disparó la cámara. Luego seguimos caminando y disfrutando de la preciosa Teguise; incluso nos sentamos en una terraza a tomarnos una copa de Malvasía, ese vino tan curioso que los isleños, con su dominio de los elementos han conseguido robarle a la tierra y a los vientos.
Que tengáis un feliz día, viajeros.
Entrellat
Foto 1: Yo, en un antiguo cine, que actualmente es una tienda de importación de objetos y muebles chinos. Foto 2: Fachada del antiguo cine. Teguise (Lanzarote), octubre de 2008