lunes, 15 de diciembre de 2008

La Costanilla de San Andrés

Foto: La Costanilla de San Andrés, en el barrio de La Latina. Madrid, diciembre de 2008

Salíamos del restaurante donde habíamos parado a cenar, pero en vez de desandar nuestros pasos para llegar al hotel, decidimos no bajar por la Costanilla de San Andrés, que aunque su nombre ya nos había avisado la primera vez de lo empinado del trazado, y aunque esta vez hubiera sido de bajada, después nos hubiera esperado traicioneramente la subida de la calle Segovia.
Era la última noche y la reserva de fuerzas y de antiinflamatorios estaba llegando a su fin; por eso decidimos acabar de subir los metros que nos faltaban de la Costanilla de San Andrés, y seguir hasta el metro de La Latina.
Al final de la subida estaba la iglesia que compartía nombre con la Costanilla. En la puerta había un par de “sin techo” calentándose con una improvisada hoguera que habían hecho dentro de un bote de metal. Seguimos caminando y en un entrante que había en un portal, había otro preparándose para dormir en la calle. Tenía una goma en el brazo, y una jeringuilla en la otra mano. Me gustaría decir que se preparaba para pasar la noche tomando un caldito caliente, mientras se metía en un saco de dormir; pero no era así. Se preparaba para pasar la noche, sí, pero seguramente “el caldito” que se iba a meter intravenoso, era lo único que se metía en el cuerpo ese día.
Un poco más adelante, a tan sólo unos pasos, caminando delante del teatro que Lina Morgan tiene allí, una chica le preguntaba a un chico más o menos de su edad: “¿Saben tus amigos que te metes?”. El chaval daba excusas de mal pagador diciendo: “Bueno, alguno, no todos”. Estos dos iban bien vestidos y se dirigían seguramente a comprar algo con lo que “divertirse”.
Unos pasos más allá estaba la parada de metro La Latina. Bajamos por las escaleras, tomamos un tren y nos dirigimos hacia nuestro hotel, hacia nuestras calentitas y secas habitaciones. Aquellos “sin techo” que habíamos dejado atrás, no eran los primeros con los que nos habíamos cruzado en este viaje, y tampoco tenían la misma suerte que nosotros.
En este viaje como siempre he vuelto enamorado de Madrid, de su gente, de sus historias, de su cultura, pero esta vez he visto también un Madrid menos amable, más deshumanizado que otras veces.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat

1 comentario:

Diamantina *·. dijo...

¡Hola Estrellat!
Antes que nada, quiero agradecer tus elogios! :) palabras cálidas como las tuyas son las que motivan e impulsan al alma a seguir desplegando pensamientos, sentimientos y sensaciones en algún rincón. (en este caso virtual y de global alcance)

Por otro lado, estuve leyendo tu blog, y es maravilloso, ya que no hay nada mas fantástico que viajar.
los viajes nos dan amplitud mental, y nos transforman en descubridores y observadores de la vida misma, sus diversas culturas y artes. ¡Felicitaciones! de mas está decir que seguiré visitándote.

Te dejo un sitio web que puede serte de gran utilidad para adornar y complementar tu hermoso blog. (me alegra que te guste el diseño y musica del mío)

http://elescaparatederosa.blogspot.com

¡Aerobesos desde Buenos Aires, Argentina!
Hasta siempre *·.