martes, 11 de diciembre de 2007

El Machu Pichu

Foto: Yo en Machu Pichu (Perú), noviembre de 2007
Decía /bcn_in_love, al que hace tiempo que no vemos por aquí, por cierto, que tardó 6 meses en poner una foto suya en fotolog, una foto en la que apareciera él. Yo he tardado un poco más, no mucho, pero no ha sido premeditado, ni ha sido un “tour de force” contra él, ni contra mi ego. El hecho de ponerla hoy, tampoco significa que haya cambiado de idea, no. Es cierto que me gustan los flogs en los que la gente pone fotos suyas, y explica sus cosas, su día a día, sus miedos, sus alegrías, sus ilusiones, sus proyectos, sus triunfos, sus fracasos; pero ésta no ha sido nunca mi intención, aunque indirectamente, en todas y cada una de mis actualizaciones está todo eso, incluso en mis cuentos e historias, los que son inventados. Mi intención es mirar el mundo que me rodea, el de mi día a día y el de mis viajes, y explicar lo que me provoca, lo que siento al verlo, lo que pienso, y la marca que deja en mí.
Hoy he puesto mi foto en Machu Pichu para dejar constancia de que estuve allí, porque todavía no me lo creo. Sí, me impresionó tanto que yo, que no suelto mi cámara del cuello, ni aunque me maten, dejé que me hicieran esta foto. Siempre he preferido hacer yo las fotos. Prefiero que lo que aparezca en el papel, bueno, ahora en la pantalla del ordenador, sea mi visión de las cosas, mi mirada, y no yo. Aunque también podría poner el automático y con mi mirada salir yo también. Bueno, pero eso todavía no lo tengo trabajado. Tal vez más adelante.
Si tuviera que comparar la sensación que tuve al ver este recinto arqueológico, aunque es cierto que las comparaciones son odiosas, lo haría con la sensación que tuve al ver las tres pirámides o Abu Simbel, en Egipto, o la ciudad de Petra, en Jordania. Por supuesto estoy hablando de sensaciones, porque no tienen nada que ver ni histórica, ni cronológica, ni paisajísticamente hablando.
A excepción del camino Inca, que se hace a pié, la única manera de llegar a Machu Pichu es en tren hasta Aguas Calientes, y luego en autobús desde ese desafortunado pueblo hasta la entrada del recinto. Alguien me dijo que había un tren de lujo que llegaba hasta las ruinas, pero por mucho que busqué no vi ni la estación, ni las vías que subían hasta allí arriba. Una vez en la entrada, se pasa el control, y se sigue por un corto sendero que al hacer subida, no deja ver las ruinas, hasta que no llegas a un pequeño mirador. Es en ese momento cuando yo tuve la sensación que comparaba antes con aquellas maravillas egipcias y jordanas. Tuve la sensación de que era un decorado, de que no era cierto lo que estaba contemplando. Esa sensación me dejó parado durante unos segundos, como si estuviera sordo, intentando eliminar los comentarios de los otros visitantes, hasta que una señora con un gorro de paja, me dijo: “¿te importaría quitarte? Es que quiero hacer una foto”. Me aparté con cara de aturdido, como si no entendiera lo que me estaba pidiendo, y pensando que por la tarde, cuando la gran masa de turistas se hubiera marchado, volvería a aquel mirador para tener la misma sensación. Y volví, pero la sensación ya no fue la misma. Leí hace unos días, no se dónde, ni quién lo decía, que uno no debería volver a los lugares donde fue feliz. Aunque no estoy muy de acuerdo con esta frase, sí explica mi sensación. Si tengo que elegir, yo me quedo con la primera.
Podría explicaros, la historia, la cronología, las características arquitectónicas de este maravilloso sitio, para qué fue utilizado, pero para eso ya tenéis la wikipedia, o cualquier otra enciclopedia, que son mucho más extensas y seguro que más acertadas que yo, así que os dejo el link de la primera, por si queréis informaros más.
Además como he dicho, prefiero explicaros mi experiencia, que no llenar esto de datos.
Feliz día, viajeros.
Entrellat

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