miércoles, 9 de julio de 2008

Dos prejuicios

Foto: Mujeres magrebís con cochecito y niño. Girona, mayo de 2008

Prejuicio 1:

Hace unos días cuando visitaba uno de los centros de trabajo, comprobé que había un nuevo trabajador en la empresa. Me llamó la atención porque tenía dos pearcings en la oreja, otro en la ceja. Llevaba además una camiseta muy ajustada, sin mangas. Hacía mucho calor, y a pesar de que mi me hubiera gustado verlo sin camiseta, pensé que la que llevaba no era del todo apropiada. Dejaba ver unos brazos musculosos, llenos de tatuajes de colores y unos hombros bien formados. Entre nosotros, me pareció guapo y muy morboso, pero negaré haberlo dicho. Como tenemos un convenio con el Departamento de Justicia para realizar trabajos de prestación social, pensé que este chaval era de ese programa, y que estaba pagando alguna pena, algún pequeño delito, mediante trabajos sociales.
Al cabo de un rato, mientras estaba en una reunión lo vi pasar por delante de nuestro despacho, y le pregunté al responsable del centro, si aquel chaval era del programa de prestación social. Y él me dijo que no, que era un trabajador que llevaba dos meses con ellos. Muy buen chaval, por cierto. Un poco tímido, pero muy buen chaval – se apresuró a aclararme mi interlocutor.
- Moooocccccc! – sonó mi detector de prejuicios - Por su aspecto, usted ha pensado que era un delincuente.
En ese momento me volví rojo de vergüenza, como si hubieran oído mi detector, miré mis apuntes y seguí hablando en la reunión.
Prejuicio 2:
Hace unos días, revisaba la documentación de un expediente, en el que para conseguir una licencia era necesario un certificado de penales del interesado, el cual todavía no me había llegado del ministerio. Miré la foto del solicitante, y también me pareció guapo (¿será que todos me parecen guapos últimamente? También negaré haberlo dicho). Iba vestido con una camisa de rallas, era rubio, e iba peinado con la ralla al lado. Muy clásico, pensé, pero tenía algo interesante. ¿Su sonrisa? Aunque faltaba aquel documento, había considerado tirar adelante el expediente, ya que la firma suele tardar unos 15 días y mientras, esperaba que hubiera llegado. Por problemas que no vienen al caso, tuve que dejar lo que estaba haciendo y aparcar el expediente. Esta mañana mientras revisaba la documentación que me había llegado del ministerio, he comprobado que el señor rubio con la ralla al lado, vestido con camisa de rallas, tenía antecedentes penales, tres condenas.
- Moooocccccc! – volvió a sonar mi detector de prejuicios - Por su aspecto, usted ha pensado que no tendría antecedentes.
Esta vez no me he puesto rojo, porque estaba solo, pero me he parado a pensar, y me he sentido como un niño, descubriendo que en la vida no todo es lo que parece, que no siempre el lobo enseña los dientes a Caperucita, y que no todo lo que creemos ver es cierto. Blanco y en botella, no siempre es leche. Y encima he descubierto, en contra de lo que creía, que tengo prejuicios. Yo si soy la leche!
Que tengáis un feliz día, viajeros.
Entrellat

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