jueves, 13 de noviembre de 2008

Cosas en común

A veces hay gente con la que nada parece unirte, y con la que crees que jamás llegarás a nada, hasta que la vida te da en las narices y te demuestra que estás equivocado. No sabría decir en qué momento Ene pasó de ser una compañera de la Escuela de Idiomas, a ser una de las personas con la que tengo más cosas en común.
Hoy Ene es una de mis mejores amigas, y una de las personas que más quiero. Es mi socia en SAMAFURU, una “empresa” que hemos empezados juntos con muchísimo cariño. Es tal vez una de las personas que mejor me entiende y me conoce, y con la que hemos pasado juntos TAMBIÉN momentos bastante duros. Pero si hiciera un corto con los mejores momentos de mi vida, ella saldría en la mayoría de las escenas; como la comida que hicimos en su casa este fin de semana, con su marido, con el mío, con Marie y su novio, y con dos amigas Yoyo y Ana, con las que también hemos vivido muchos momentos divertidos.
Jota, su marido, nos preparó la comida, un sancocho dominicano que estaba riquísimo, pero que nos dejó caos a casi todos. Durante esa comida como siempre que nos reunimos, nos reímos mucho. También bebimos como cosacos y comimos como si lo que hubiera en los platos fuera la última comida que hubiera sobre la tierra. Tanto fue así, que tuvimos que salir a pasear para bajar ese contundente plato. Aunque todo hay que decirlo, hubo gente que se llevó un “taper” con un poquito de sancocho.
Durante el paseo, mientras iba con Yoyo agarrados del brazo, justo antes de encontrar el cartel que colgué en la anterior actualización, miré a los otros que caminaban por delante de nosotros, charrando, riendo, paseando sin prisa y sin ninguna complicación, y recordé el momento de la comida, con las risas, las conversaciones cruzadas, el sonido de las cucharas en los platos, y del vino cayendo en las copas, y aunque empezaba a sentir un incipiente dolor de cabeza, volví a pensar que Snoopy tenía razón cuando decía que “la felicidad es un plato de patatas fritas”; bueno, de sancocho en este caso. Y así es, en cualquier momento uno puede sentirse feliz, basta con pararse a mirar, a contemplar la felicidad en la cara de los otros.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
Foto 1: Ene en una fiesta en febrero de 2008. Foto 2: Ana, Julio y yo en la comida del Sancocho, este domingo

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