
Foto: Marie y Ele en un puesto de flores a la entrada del cementerio Père-Lachaise. Paris, mayo de 2007
- ¿Si? – Dije al coger el teléfono.
- Hola primo. Buenas noches.
- Hola Carlota. ¿Qué tal? ¿Cómo se presenta la castanyada? - Bien. Mejor dicho, perfecto. No voy a hacer nada, me voy a quedar en casa. Estoy reventada. Muertecica, estoy.
- ¡Ay, qué exagerada eres! ¿Sabes? Me he quedado muerto hace un momento. – le dije al venirme a la cabeza la escena que había tenido lugar en la puerta de casa hacía apenas unos minutos.
- ¿Si? ¿Por qué?
- Han llamado a la puerta y voy a abrir pensando que sería algún vecino diciéndome que tengo que cambiar alguna bombilla fundida. Y cuando abro me encuentro a tres chicas de unos 15 años aproximadamente, vestidas completamente de negro, con los pelos más levantados que la duquesa de Alba en un día de viento, y con unas ojeras que ni la Belén Esteban recién levantada. Y de repente me dice una de ellas:
- ¿Truco o trato?
- ¿Cómo? – le respondo, con la voz más tonta que me ha podido salir y sin entender lo que me acababa de decir.
- ¿Truco o trato? – vuelve a repetir la chica, con muy pocos recursos, por cierto, mirando a las otras dos de reojo, como diciéndoles, “ya os vale bonitas, un poco de ayuda, que este tiparraco va a ser duro de roer”.
En ese momento me han venido a la cabeza todas y cada una de las películas americanas donde salían escenas de Halloween. Y me he imaginado a mí mismo con una falda gris de piqué preciosa, por encima de la rodilla, una camisa blanca impoluta, un pelo rubio larguísimo y sedoso, hasta el culo; y con una bandeja de gallletas recién horneadas para la ocasión en la mano, diciéndoles:
- Coged unas cuantas, chicas.
Pero en vez de eso, lo que ha salido por mi boca ha sido un sequísimo…
- Pues ni una cosa, ni otra, bonita.
- Ah! – ha dicho la chica, que por la cara de lerda que ha puesto, no se esperaba esa respuesta. Y no ha añadido nada más.
- Ala, adiós - les he dicho cerrando la puerta y dejándolas con un palmo de narices a cada una.
- Qué borde, hijo – dijo mi prima, descojonándose de risa.
- Qué quieres, bonita, me habían pillado sin una jodida galleta y con la falda de piqué todavía sin planchar.
- jajaja – volvió a reir Carlota.
Esta escena, tal cual la describo (excepto la llamada de Carlota), pasó ayer en la puerta de mi casa. Y es que los americanos, aparte de jodernos con la crisis de las hipotecas, creando esta situación mundial, que todos conocemos y sufrimos, nos van imponiendo poco a poco su forma de vida. Halloween, como tantas otras americanadas, forma ya parte de nuestras vidas, a costa de nuestras propias tradiciones.
Que tengáis un feliz Día de difuntos, viajeros.
Entrellat
1 comentario:
Ay lo que me he reido, Fran de mi alma, leyendo esta entrada.
Concurro contigo en que lo del truco o trato en una yanquinolandia como un piano, viva el Dia de Todos los Santos! (en Castilla se llama asi).
Un beso
Cristina
Publicar un comentario