martes, 4 de noviembre de 2008

La fundación

En mi actualización del pasado día 27 decía que gracias a Manrique se habían fijado unos criterios urbanísticos en la isla de Lanzarote, que convertían a los pueblecitos que uno se iba encontrando por las carreteras en enormes y preciosos belenes.
No he leído exactamente en qué consisten esos criterios, pero uno descubre observando que el único color que está permitido es el blanco, aunque alguna que otra casa se arriesga con un tono beige, o con algún tono tierra; en las ventanas, puertas y balcones, el verde y el marrón son los colores que predominan; y no existen las tejas, son caras y poco necesarias, ya que casi no existe la arcilla y es la menos lluviosa de todas las islas; los tejados son como las paredes, blancos y de rebozado.
Esos criterios que parecen restrictivos y austeros, demuestran una eficacia y una genialidad absolutas, pero donde realmente uno tiene la sensación que Manrique era un genio, es en lo que había sido su casa, lo que ahora es la Fundación César Manrique. Allí uno descubre espacios como el de la foto, en los que parece que la casa estuviera antes que las erupciones volcánicas, porque ha integrado las lenguas de lava en el interior de la construcción, como si hubieran entrado por la ventana; porque burbujas volcánicas en el subsuelo están integradas como habitaciones más de la vivienda.
Parece curioso, pero fue un vigilante de la fundación, y no un guía, el que nos contó la historia de la casa. Más o menos esto fue lo que nos dijo:
César Manrique se encontraba por lo que entonces era un descampado de lava, haciendo fotos y al ver una higuera se acercó, porque le pareció curioso que un árbol de esas características creciera y diera frutos en medio de la nada. Descubrió que la higuera estaba metida en un agujero grande, y que lo que salía hacia el exterior era únicamente la copa del árbol. Sin pensárselo dos veces bajó descolgándose por el tronco de la higuera y descubrió una enorme burbuja volcánica a la cual se le había caído el techo y en la que había crecido este intrépido árbol. Descubrió, además, que esta burbuja no estaba sola, que estaba interconectada con otras cuatro burbujas más, a modo de cuevas con entradas de luz en el techo.
Compró esos terrenos, y sobre estas cinco burbujas construyó lo que sería su casa, lo que sería su fundación y lo que acabaría costándole la vida. Pero cómo sucedió todo eso, os lo cuento mañana.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
Foto 1: Detalle de una ventana de la Fundación César Manrique. Foto 2: Una colada de lava integrada en una pared de la casa. Lanzarote, octubre de 2008.

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