sábado, 24 de noviembre de 2007

¡Qué mala es la convivencia!

Foto: Detalle de una ventana del Convento de Santa Catalina. Arequipa (Perú), noviembre de 2007
Esta mañana me he despertado bruscamente, y no porque haya tenido una pesadilla, ni porque se me haya caído encima el enorme cuadro que está colgado encima de la cabecera de la cama, que pesa una tonelada. No, no ha sido por eso, que ya me encargué yo de poner un cartel en la parte posterior de la pintura que decía “mirar debajo del cuadro”, por si se me caía encima y a nadie se le ocurría mirar. No era cuestión de morir aplastado mientras dormía y encima que me declararan desaparecido. Previsor que es uno. Me he despertado porque la vecina de uno de los locales comerciales de debajo de mi casa ha llamado a mi interfono insistentemente, como si se estuviera quemando el edificio, y total porque otra vecina había decidido regar sus macetas a primera hora de la mañana, en vez de por la noche, como establece la normativa municipal.
Reconozco que no tengo buen despertar, y menos cuando la primera frase que recibe uno por la mañana, a grito pelado, en vez de un “buenos días, cariño, lo de ayer fue fantástico” es “grrrrrs pssss uffff, gurfffff, macetas rrrrfffff agua en la acera, grrrrrpppfff, hombre ya…”; así que mi respuesta, después de intentar aclararme la voz y de interconectar las dos o tres neuronas que estaban despiertas, ha sido “y a mí que me cuenta señora”. Y así he colgado el interfono y me he vuelto a la cama. Al cabo de 10 minutos volvía a sonar. Esta vez era la policía municipal, con una elegante, discreta y escueta frase: “Policía municipal. ¿Me puede abrir la puerta, por favor?”. Y claro, la he abierto.
Tengo la costumbre de dormir con muy poca ropa, por no decir que duermo desnudo, que igual no queda muy bien decirlo por aquí, que ya se sabe que van cerrando páginas por cosas más tontas; así que, como no era plan de ir enseñando mis gracias, que se habían despertado antes que yo, me he puesto el pantalón de chándal, unas zapatillas y una camiseta, y he esperado la visita del cuerpo de policía, que todo hay que decirlo, las nuevas incorporaciones creo que han entrado por casting, en vez de por pruebas de aptitud, menudos ejemplares se ven por las calles.
Ya me ves con mis pelos tiesos, como SonGoku en un día de viento, y recibiendo a los policías con una sonrisa, pero con mis peores galas. Total, que me preguntan si mi piso da hacia la calle, y que si soy el del piso de la derecha, y yo le digo que sí, pero que no, que sí que da a la calle, pero que soy el de la izquierda (of course), y me preguntan que cuál es el de la derecha, y yo no queriendo faltar a la verdad, que bastantes mentiras ha tenido ya que soportar uno, acuso a mi vecina Lola, como un vulgar chivato. Y ellos con otra sonrisa en los labios, pero con sus mejores galas, me dicen un “eso es todo, gracias”, que me ha dejado con un palmo de narices, y con mis pelos de Manga mal dibujado. Así que me he tenido que meter en casa, sin enterarme de la bronca que la policía le iba a meter a mi buena vecina Lola, que no era plan de ponerse a escuchar detrás de la puerta, que bastante poco glamuroso iba uno ya. “Total, ná”, como diría mi murciana amiga Lina.
Así que después de cerrar la puerta, me he puesto a pensar, porque ya se habían despertado el resto de las neuronas y se había dormido lo que se había despertado antes sin mi permiso, y me he dicho que qué poco tolerantes somos, que hay que ver con la de la tienda de abajo, que ya le vale. Y es que la convivencia es mu mala. Mu mala, sí.
Feliz día, viajeros.
Entrellat

No hay comentarios: