martes, 4 de septiembre de 2007

Qué extraño es lo cotidiano

Foto: Momento del partido entre el Ontinyent y el Sabadell. Sabadell, septiembre de 2007
El domingo pasado fui a ver el partido del Ontinyent con el Sabadell, que juegan en la segunda división B. Cuando entré en el campo tuve una sensación que fue creciendo a medida que se desarrollaba el partido. Me parecía estar en el Coliseo de Roma, y no porque el estadio de Sabadell sea bonito, ni espectacular, que no, más bien todo lo contrario, si no porque como el fútbol me cuesta digerir, en los momentos en los que el partido no conseguía engancharme, a parte de hacer fotos, me fijaba en lo curioso que es este espectáculo. Ver el público cómo grita, cómo insulta, cómo descarga sus tensiones en esos 90 minutos que dura “el torneo”, cómo los “gladiadores” se juegan el físico literalmente por una pelota, resulta curioso, y si lo miras con una cierta distancia, recuerda incluso al “pan y circus” de los romanos, pero sin el pan.
Ayer me decía Jota, el marido de una de mis mejores amigas, que en el poco tiempo que lleva en España, ha visto muchas cosas que le sorprenden, que son completamente diferentes a como son en su país, la República Dominicana. Cosas que para nosotros son completamente cotidianas, que están integradas dentro de nuestro día a día y que ni siquiera paramos a pensar en ellas. Lo que más le llamaba la atención es que la gente no se saludara por la calle. Explicaba que si en su país pasas por un parque y hay alguien sentado en un banco, ellos le saludan; si alguien está en la puerta de su casa, y pasan por al lado, le saludan; cuando suben al autobús, no sólo saludan al conductor, sino a toda la gente que va dentro. No penséis que antes de venir vivía en un pueblecito, no, vivía en una ciudad que es una de las más grandes del país. Y a pesar de eso, la gente sigue saludándose por la calle y los vecinos llevan comida a casa de los otros vecinos, y se conocen todos, y saben si un vecino está enfermo, y le ayudan. La mayoría de nosotros no sabemos ni siquiera cómo se llama el vecino del piso de abajo.
El otro día, me contaba, pasó por una calle en la que había unos abuelitos sentados en un banco, y se cambió de acera para no tener que pasar delante de ellos sin saludarlos, porque sabía que si les saludaba sin que lo conocieran de nada, lo iban a mirar mal, o por lo menos pensarían, ¿quién es este tío tan raro?
Jota es una persona cariñosa, sensible, lleno de energía, de vida, y lleno de curiosidad. Espero que la vida le de suficiente cariño como para que no eche de menos su país, y no se quiera marchar; suficientes “viajes” y suficiente experiencia para saber que esas pequeñas diferencias no nos hacen mejores ni peores, si no que son las que conforman nuestra idiosincrasia, y que llegamos a ellas por pura y dura evolución, ¿o tal vez sea involución?
Feliz día, viajeros.
Entrellat
PS: Por cierto, que el partido acabó 3-2 a favor del Sabadell y que el jugador del Ontinyent que lleva el número 4 en la camiseta es mi sobrino.

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