miércoles, 30 de mayo de 2007

La Place Vendôme

Foto: La Place Vendôme. París
En el centro de la plaza, subido en su desmesurada imitación de la columna trajana, Napoleón contempla su sueño. ¿Alguien le ha dicho que su sueño sigue todavía en esa plaza? Sí señor, sólo al alcance de los que han podido construir un imperio económico, y como un escaparate de sueños inalcanzables para la mayoría del mundo, en las tiendas de esta parisina plaza, se exhiben sin ningún pudor las más caras joyas de París, y me atrevería a decir del mundo. En este reino de injusticias, donde los más ricos de este mundo vienen a dejarse en unos minutos el sueldo de años de muchos de nosotros, o el presupuesto anual de muchas familias, es paradójico que tenga su sede el Ministerio de Justicia. ¿Es una broma? Me gusta el humor francés, y sus juegos de palabras, pero ésta es de mal gusto.
Sueños… Durante años estuve soñando que volaba. Salía a la calle y volaba, pero nadie me veía, y yo sentía la necesidad de contárselo a todo el mundo, especialmente a mi gente. Pero sabía que nadie me iba a creer. Con el tiempo descubrí lo que significaban aquellos sueños, o mejor dicho lo interpreté a base de escucharme a mi mismo, y a mi corazón. Porque lo importante de mi sueño, no era que volara, no, era que sentía ganas de contarlo. Así que pensé que lo que realmente quería era que los demás me vieran como alguien especial. Seguramente estaba buscando que me aceptaran, que me quisieran. ¿Y quien no? Después de llegar a esa conclusión, ese sueño recurrente desapareció, nunca más volví a volar. Es lo que tienen los sueños recurrentes, que cuando uno consigue interpretarlos, desaparecen. Lástima, me gustaba volar.
Sin ánimo de juzgar, y de intentar hacer comparaciones odiosas, tal vez Napoleón buscaba algo parecido, ¿pero a qué precio?
Que tengáis un buen día.
Saludos, viaje.
Entrellat

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