martes, 31 de julio de 2007

Curiosidades de los viajes

Foto: Cartel de una panadería. Praga, febrero de 2007
Cuando viajo, me gusta ver cosas diferentes a las que estoy acostumbrado a ver en mi día a día. Cosas diferentes, personas diferentes, costumbres diferentes, maneras de organizarse diferentes, vidas diferentes, más o menos eso es lo que yo busco cuando viajo; aunque supongo que a todo el mundo le pasa lo mismo.
La primera vez que viajé a París, podías encontrar ropa diferente a la que encontrabas por aquí. La lástima fue que en aquel entonces mi nivel adquisitivo no me permitió comprar más que una camisa, diferente, eso sí. La marca de aquella camisa no llegó a venderse hasta unos años después en España, o por lo menos yo no la había visto nunca. Era una camisa de topos. Sí, de topos, que ahora me daría vergüenza llevarla hasta con una de las peores borracheras de la Feria de abril. Pero bueno, era de París, y la había diseñado la Estefanía de Mónaco. Esnobismos de la edad.
Últimamente, si te vas fijando, por todas la ciudades europeas puedes encontrar las mismas tiendas, ya casi da lo mismo pasear por el centro de Roma, por el centro de París, por el centro de Praga, que por el centro de Barcelona, en cuanto a tiendas se refiere. En lo que va de año he estado en todos esos sitios, y me sorprende como se van homogeneizando los escaparates. El tema de las franquicias y la expasión económica de algunas marcas hace que puedas encontrar un Zara en todas esas ciudades. Por cierto, que el único continente que les falta por llegar es a Oceanía, aunque seguro que el amo y señor de Inditex ya debe estar abriendo alguna tienda en Sydney en estos momentos.
Pero yo prefiero quedarme con las diferencias, como decía antes. Me gusta ver las terrazas de Berlín, donde hasta en invierno venden comida en las calles, y la gente se sienta en las terrazas a comérsela; o los pequeños restaurantes de París, que en medio metro cuadrado de acera te montan una terracita con dos sillas y una mesita, que aquí no nos serviría ni para poner el teléfono, y la gente cena, tú; o Cuba, que en cualquier plaza, con un radiocasete se montan unas fiestas increíbles, al más puro estilo botellón del de aquí, pero aquí nos parece hortera. Hay tantas y tantas cosas diferentes, que para qué fijarse si en Budapest abren un Tecnocasa.
En Praga encontré este curioso cartel. A simple vista parece normal, un señor en la puerta de su panadería, con un pan debajo del brazo, pero si os fijáis en el cartelito pone en el más puro catalán “Avui coques de llardons” (Hoy cocas de chicharrones). Curioso, ¿no?
Feliz día, viajeros.
Entrellat

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