viernes, 29 de junio de 2007

Postal para mamá

Foto: Isla de San Giorgio Maggiore desde la plaza de San Marcos. Venecia.
Como habréis podido ver, y salvando las distancias, las fotos que he ido colgando últimamente tienden más hacia el fotoperiodismo, o hacia algo con pretensiones artísticas. Hoy sólo colgaré una postal. Es una foto mía también, pero permitidme que la compare con una postal, o con cualquier foto de una guía de viajes. Ésta debería haber sido la postal que tendría que haber mandado a mi madre, desde Venecia, pero como el viaje fue tan corto, y el servicio de correos no es nada ágil, seguro que habría llegado yo antes que la postal. Así que no lo hice, aunque se que éste es el tipo de foto que a ella le gusta.
Aprovecho que mañana es su cumpleaños para dedicarle mi pequeño rincón de hoy. Se que no lo leerá pero no me importa, porque esto lo digo con el corazón, y no para justificarme. Digo que mañana es su cumpleaños, su 65 cumpleaños. Un gran momento en la vida de una persona, o un mal momento, según se mire, porque las leyes de este país nos dicen en qué momento dejamos de ser útiles y nos pasan a la reserva.
Ella no tiene ganas de jubilarse. Habla de ello con tristeza y con resignación. Pero en realidad yo creo que de lo que no tiene ganas es de envejecer, de dejar de sentirse útil. Creo que ve como el tiempo ha pasado, y hace balance de la vida, como hacemos casi todos, unos a los 30, otros a los 40, otros a los 65, y otros que no lo hacen nunca. Es bueno hacer balance en muchos momentos de la vida, para valorar lo que hemos hecho, lo que hemos dejado de hacer, lo que hemos conseguido y a lo que hemos renunciado. Seguro que ella piensa que no ha hecho casi nada en la vida, que no ha tenido suerte, pero yo, con la perspectiva que me da la distancia, corta, pero distancia al fin y al cabo, puedo decir que es una triunfadora, ha conseguido salir de una posguerra, sin rencor, ha conseguido formar una familia, pequeña, pero llena de cariño, y lo más importante, ha conseguido ser una de las mejores personas que conozco. Es generosa y no sólo con las cosas, si no con los sentimientos, es respetuosa, es colaboradora, activa, y tiene más energía que el conejito de Duracel, y lo más importante, que nos quiere por encima de todas las cosas, por encima incluso de su propia felicidad. Si buscáis en cualquier diccionario la palabra entrega, aparece como sinónimo “madre de entrellat”. Hoy os propongo que miréis hacia atrás y valoréis todo lo que han hecho vuestros padres por vosotros. ¿Verdad que es mucho más de lo que nosotros hemos hecho por ellos? Te quiero mamá, ojalá todo el mundo tuviera la suerte que he tenido yo, o por lo menos la mitad.
Feliz día, viajeros.
Entrellat

jueves, 28 de junio de 2007

Compartiendo suerte

Foto: Niño dejando un donativo a unos titiriteros. Venecia.
Los padres de Julián, cuando fallaron los intentos de tener un bebé por medios naturales, los intentos de tenerlo por inseminación artificial, y después de someterse a mil y una vejaciones, que también fallaron, arrancaron el largo y costoso proceso de la adopción. Se acordaban de cómo habían llorado el día en que vieron un documental por televisión, en el que se veían las casi torturas que recibían unas niñas chinas en un orfanato, y pensaron que sería buena cosa adoptar en ese país. Les habían dicho que sólo había niñas para adoptar, pero después de haber pasado por ese largo proceso, ya les daba igual niño o niña. Querían un hijo al que poder darle todo el cariño que llevaban dentro y enseñarle a ser persona, a la vez que ellos aprendían a ser padres y a ser mejores personas, también. Cuando recibieron la llamada de la agencia de adopción, en la que les avisaban que había un bebé a su disposición, creyeron que era una niña, y nadie les dijo lo contrario en las visitas sucesivas, así que en el larguísimo vuelo hacia China fueron pensando nombres de niña, para su nuevo bebé. La sorpresa fue cuando al llegar al orfanato se encontraron con que les tenían preparado a un niño; pero por su puesto les dio igual, estaba sano, y lo más importante, iba a ser su hijo.
Historias como estas se repiten diariamente en nuestro país. Muchos niños de diferentes nacionalidades son traídos, después de largos procesos de adopción. Desgraciadamente, no todo el mundo puede pasar por esos largos procesos, y no todas las parejas pueden adoptar con la misma facilidad. Hace unos meses, se me acercó una compañera de trabajo, a la que casi no conocía, pero con la cual había coincidido muchas veces por los pasillos, y en la cafetería donde voy a desayunar. Con la voz un poco tímida me dijo:
- Perdona que te moleste, igual me meto donde no me llaman, pero hay una cosa me apetece decirte. A mi primo y a su marido, les han dado en adopción, un niño. Hace unas horas que se lo han dado, y me han llamado hace tan sólo media hora. Te he visto aquí y quería compartir esa alegría contigo. Son la primera pareja gay de España, a la cual les han dado un niño en adopción. Tiene síndrome de Down, pero eso no les importa, cuando rellenaron la ficha, pusieron que no tenían inconveniente en que tuviera el síndrome. Ellos están muy contentos, y yo también, todavía no me lo creo. - Se disculpo otra vez por la intromisión, y volvió a su mesa de la cafetería, con una sonrisa de satisfacción en la cara.
Me quedé muerto, no sólo porque se hubiera acercado a mí sin casi conocernos, ni porque hubiera presupuesto que me iba a interesar la historia de unos gays que adoptan; si no porque, como hago siempre, me puse en el lugar de esta pareja, e imaginé mi vida con un niño. Y me vinieron a la cabeza en unos segundos un montón de preguntas: ¿Estaría yo preparado para tener un niño? Y todavía más ¿Estaría yo preparado para tener un niño al cual tuviera que ver morir? (la mayoría de los síndrome de Down no sobreviven a sus padres). ¿Les hubieran concedido ese niño si no tuviera el síndrome? Y muchas, muchas más preguntas que no digo para no aburriros.
Cada día, pero hoy especialmente, en el día del orgullo gay, hay que dejar constancia de estas discriminaciones. Hemos avanzado mucho, sí. En España los gays nos podemos casar, es cierto, pero sólo en 5 países del planeta se pueden casar las personas del mismo sexo. En España podemos adoptar, sí, pero sólo dos países del resto del mundo permiten la adopción homosexual. Todavía hay mucho trabajo por hacer, no solo en el terreno de la adopción, si no en cosas tan básicas como conseguir que ser homosexual no sea un delito en ninguna parte del mundo.
Feliz día del Orgullo gay.
Saludos, fotologgers.
Entrellat

martes, 26 de junio de 2007

Los vendedores de pinturas

Foto: Vendedores de pinturas en el callejón que atraviesa los Uffizi y une la Plaza de la Signoria con el río Arno. Florencia.
René tiene 45 años, es un pintor de origen francés, que vende sus pinturas en el callejón que atraviesa la galería de los Uffizi. Sabe muy bien que, desde hace un tiempo, las personas que no tienen comprada la entrada con antelación, hacen cola durante horas para visitar la galería más famosa de Florencia. Sabe también que esas personas que esperan tienen un interés especial por la pintura, y que las largas esperas dan para mucho, incluso para mirar sus pinturas, por eso decidió pedir una licencia al Ayuntamiento, que le permitiera poner un tenderete en la zona. Pagó su cuota religiosamente y cada día, monta su caballete, coloca sus pinturas y espera la llegada de los turistas. Cuando él llega, algunos ya hace rato que están haciendo cola, pero todavía no están lo suficientemente nerviosos para turnarse en la cola con sus compañeros y dar un paseo por los puestos de pintores, así que aprovecha para pintar alguna acuarela cerca de su caballete. Disfruta viendo pasar delante de sus obras a los turistas, aunque desgraciadamente miran mucho y compran poco, pero se puede salir a delante, con lo que vende y le permite hacer uno o dos viajes al año. Lo que más le molesta es que últimamente han aparecido por la ciudad un montón de inmigrantes magrebíes que, por descontado no pagan impuestos, ni piden permiso al ayuntamiento, y la mayoría de las veces distraen con sus vulgares láminas pisoteadas a los posibles clientes.
Ahmed tiene 19 años, llegó a Italia en una patera, hace aproximadamente seis meses. Pagó por el trayecto el equivalente a 40 licencias como las que paga René. Pagó tres euros por cada lámina, en total 300, al vendedor de sueños, así le llaman sarcásticamente sus compañeros, no le quería vender menos de esa cantidad. Le dijo que si las vendía por 10 euros, sacaría 7 por cada una, pero desgraciadamente el regateo de los turistas apenas le deja 5, y muchas veces, a última hora de la tarde, las vende por 4 para poder pagar ese día al casero que le alquila una cama, a 10 euros por día. Pero está contento, apoyado en la columna, porque hoy ha podido esquivar 5 veces, en lo que va de mañana, a los policías que pasan tranquilamente por las calles transitadas, donde acostumbran a ponerse los vendedores de láminas. Ahmed está contento también porque el “cursillo” que le hizo el vendedor de sueños, sobre cómo colocar las láminas, una ligeramente encima de la otra, para que con una sola carrera las pueda arrastrar y recogerlas todas juntas, ha surtido efecto. Ya lo hace con destreza, al principio tardaba un poco más, pero ya es capaz de recoger 20 láminas en 3 segundos. Seguro que si algún día puede hablar con su madre, le contará lo bien que está yendo su nueva vida, en este paraíso que es Europa. La echa de menos, y a sus hermanos, y a su padre, que hace tiempo que dejó de hablar, porque no sabía qué decirles por la falta de comida. Y por eso se fue Ahmed, porque no soportaba ver la tristeza en los ojos de su padre. Todavía no puede mandar dinero, a penas si le llega para pagar la cama, pero está contento, porque los europeos son tontos, y tiran mucha comida, y él muchos días puede comer dos o tres veces, de lo que van tirando de los restaurantes. Le han dicho sus compañeros que en un par de meses más, si lo hace bien, podrá enviar dinero a casa, y eso le hace muy feliz. Seguro que su padre dejará de tener la mirada perdida y volverá a cantar, como lo hacía cuando eran pequeños, mientras caía la tarde.
Que tengáis un feliz día. Saludos, viajeros.
Entrellat

lunes, 25 de junio de 2007

Pasión y poder

Foto: Escalinata de San Francisco de Paula des de la Vía Cavour. Roma
En esta bóveda que atraviesa la antigua casa de los Borgia, una pareja parece ajena al ir y venir de los turistas y aprovecha este precioso y tranquilo rincón romano para decirse muchas cosas con los labios, con las manos y con el resto del cuerpo, pero no palabras precisamente, o no de esas palabras que estamos acostumbrados a oír.
A diferencia de Venecia, en Roma, los turistas se diluyen entre la población, sobre todo por la noche, y uno no tiene la sensación de estar en un parque temático, o de molestar demasiado. Atravesamos la bóveda desde la vía Cavour para dirigirnos a San Pietro in Vincoli, para localizar la iglesia que fue construida para conservar las cadenas de San Pedro, y que por suerte ahora también alberga en su interior una de las grandes obras de Miguel Ángel, el Moisés. Por su puesto que a esas horas estaba cerrado, pero intentábamos localizar el sitio para visitarlo al día siguiente. Y volvimos y vimos el majestuoso Moisés y una urna con las que dicen ser las cadenas con las que San Pedro fue encadenado. Yo, desde mi más puro agnosticismo y mi enorme escepticismo, me pregunté: ¿Cómo habrán sabido cuales eran las cadenas de San Pedro, si cuando lo encadenaron no era San Pedro, era solo Pedro, un cristiano de esos que morían a cientos en el Coliseo, devorados por los leones? Y mi todavía más grande ironía, me respondió a la pregunta. Seguro que habría alguien cerca con una gran visión empresarial que dijo: “tu guarda estas cadenas, que ya verás como el Pedro ese acaba siendo alguien importante, y si no, tiempo al tiempo”. Y lo fue.
Y luego me dije a mi mismo: Hombre de poca fe, ¿Cómo quieres ganarte el cielo pensando esas cosas? Pero es que hace falta mucha fe para creérselo. Desde mi pasión de aficionado antropólogo de pacotilla, miraba a los turistas y fieles que se acercaban a mirar esa urna con mucho respeto, como yo también lo hice, eso también lo tengo, y una vez más comprobé que los ritos son imprescindibles para nuestra manera de vivir y que ayudan a salir adelante, así que si a alguien le sirven, pues bienvenidos sean. Como dijo Hume, el gran cínico de la modernidad “si non e vero, e ben trovato”.
Que tengáis un feliz día. Saludos, viajeros.
Entrellat

domingo, 24 de junio de 2007

Y sin embargo viven...

Foto: Tendedero en uno de los edificios que dan a un canal de Venecia.
Desde mi punto de vista de alma curiosa, inquieta, o simplemente desde mi parte egocéntrica y chafardera, cuando voy a alguna ciudad o pueblecito, siempre me pregunto si yo podría vivir allí, y en Venecia no fue menos. Pensé que no, que tal vez fuera muy complejo el día a día, el estar rodeado de agua, la humedad, los engorrosos desplazamientos… Recuerdo un día, mientras esperamos un vaporeto, justo, cuando ya nos habían cerrado la barandilla para que no subiéramos, porque se tenía que marchar la embarcación, llegó un señor vestido de traje, con un maletín, y dijo, en un italiano difícil de entender, seguramente sería dialecto veneciano, que trabajaba y que le dejaran pasar. El responsable del trasporte le dijo que no, que ya se marchaban y que esperara al siguiente. Ese señor me hizo pensar que lo romántico de esa ciudad, lo entrañable de sus canales, se vuelve incomodidad para sus cada vez menos habitantes fijos. De los casi 250.000 habitantes que había llegado a tener, ha pasado a tener en la actualidad a penas 20.000. No obstante, el señor en cuestión, dio un suspiro resignado, y se sentó en una de las butacas de las paradas flotantes a esperar, como el resto. Al cabo de unos segundos ya estaba tranquilo, y como si nada hubiera pasado. Luego pensé, que es exactamente lo mismo que cuando uno de nosotros pierde el tren, el tranvía o el autobús para ir al trabajo. Nada original, ni remarcable. Tal vez pensé en ello porque estaba de vacaciones, y con la agenda tranquila.
Otra de las cosas que me sorprendió fue la ropa tendida. Por su puesto que todos tendemos ropa, o puede que los más afortunados utilicen la secadora, pero no fue eso lo que me sorprendió, no. Observé el tipo de ropa que había tendida en el tendedero de la foto. Y me vinieron a la cabeza más preguntas. Pensé lo que harían si se le caía alguna pieza de ropa al canal. Tonta la pregunta, lo se, ni os molestéis en hacérosla. Vi que había mucha ropa de niño, y me imaginé la infancia de esos niños, y la mía, y empecé a comparar, mala cosa. ¿Dónde jugaban los niños? Porque si te fijas cuando paseas por Venecia, no hay niños; bueno, sólo los de los turistas. Entonces pensé en el riesgo de dejar a un niño solo, jugando cerca de los canales. Y la respuesta también fue inmediata, aquí en mi ciudad tampoco hay niños jugando solos en las plazas, siempre hay alguien vigilándolos. Pero pensé en mi infancia, y yo sí que jugaba solo en la calle, con mis amigos, y luego pensé que seguramente allí también. Hace unos años la gente estaría más tranquila, y los niños seguramente jugarían en “los campos”, sin necesidad de temer que la pelota se les cayera al agua, o si le iban a dar un pelotazo a un turista. Y si se les caía, pues la cogerían con alguna caña, o con algún palo, o esperarían que alguna embarcación se la acercara a la orilla. Nada original, ni remarcable tampoco. Sólo la solución adaptada al problema.
En fin, que la vida se ha complicado, que los niños ya no juegan en los campos de Venecia, ni corretéan solos por sus calles, pero aquí hace tiempo que dejaron de hacerlo también.
Que tengáis un feliz día. Saludos, viajeros.
Entrellat
PS: Por cierto, claro que podría vivir en Venecia, ellos lo hacen.

sábado, 23 de junio de 2007

La risa de Ele

Foto: Ele en el aeropuerto de Orly. París.
Permitidme que tire hacia atrás en el tiempo y que vuelva a París. Esta es una de mis fotos favoritas del viaje a París del mes de mayo, pero antes de colgarla quise preguntar a Ele si me daba permiso para hacerlo. Y lo hizo, dijo que confiaba en mi buen hacer, que la foto era mía, y que podía hacer con ella lo que quisiera. Gràcies Ele.
Esta foto resume muy bien lo que fue nuestro viaje: un montón de risas y de alegrías, en un ambiente limpio y nítido. Y qué es París, si no una ciudad limpia y nítida, llena de pequeñas historias y de pequeñas anécdotas. Sí, Ele se ríe, aunque mirando la foto no sabes si llora o si está a punto de reventar de risa. Fue a la llegada al aeropuerto de Orly, mientras comíamos un bocadillo, “excusez-moi, un sandwich”. Y fue el preludio de nuestro viaje. Y digo preludio, con doble sentido, Ele es música (y no músico) y tiene la sensibilidad para tocar muchas teclas, a parte de las de su piano.
Digo que Ele se ríe y los otros tres que vamos con ella nos reímos también, y creo hablar en nombre de los tres si le digo a Ele que ha sido un gran viaje, tal y como le dije a Marie, mi Marie, en el texto de la foto del día 4 de junio. Y digo que fue un gran viaje, porque los grandes viajes no lo son por la distancia que se haya recorrido, si no por lo profundos que hayan sido. No hace falta ir a París, no hace falta salir de Barcelona, en cualquier rincón se puede viajar, sólo basta con dejarse llevar, dejarse sentir, y compartir con los otros esos momentos que nos dan la compañía de la gente que queremos.
Ele se ríe y se tapa la boca, porque no le gustan sus colmillos, y ahora yo le digo, lo mismo que me dijo ella, y que me ayudó tanto en mi audición de canto del otro día: permítete equivocarte. A mí, a veces se me olvida que la gente no me quiere porque sea perfecto, si no todo lo contrario, porque saben que no lo soy, y todos esos pequeños defectillos, y los grandes también, hacen de mi lo que soy, y eso es lo que ven en mí las personas que me quieren.
Ele, nosotros no te queremos por tus colmillos, te queremos por algo más profundo, como todos esos momentos y esas risas, que hemos compartido en este gran viaje, y en todos los pequeños viajes que hacemos juntos cada vez que nos vemos. Un petó, bonica (un beso, bonita).
Y al resto, felices viajes.
Entrellat

jueves, 21 de junio de 2007

El gondolero que rebuscaba en la basura

Foto: Un gondolero en uno de los campos de Venecia.
Mientras paseaba por las callejuelas y plazas de Venecia, a las que los venecianos les gusta llamar campos, a pesar de que en muy pocas de ellas haya un solo árbol, me llamó la atención un gondolero que rebuscaba en la basura. Al principio pensé que tal vez su salario no le diera para más y que completaba sus ingresos reciclando lo que los turistas tiraban a las papeleras. Pero enseguida me vino a la memoria lo que me había costado el año pasado un paseo en góndola. Una barbaridad me pareció entonces, así que ahora no iba a ser menos. Todavía no sabía que en este viaje volvería a subir y que pagaría por ello la friolera de 80 euros por 30 minutos de paseo, después de haber regateado el precio inicial de 100 euros. Me quedé observando y vi como el gondolieri en cuestión sacaba de la papelera una botella vacía. Le hice una foto y seguí observándolo. Le quitó el tapón, vació las pocas gotas que quedaban de líquido y se retiró de la papelera, dirigiéndose hacia su góndola. Luego pensé que me había vuelto a imaginar historias donde no las hay, que seguramente el señor necesitaba un envase para reparar algo de su góndola, o simplemente para ponerla de boya.
El caso es que continué caminando, atrapé al resto del grupo y salió el tema de tomar una góndola. Dos de los que venían conmigo celebraban su aniversario de boda, y no hay nada más romántico que navegar al atardecer por los silenciosos canales, cuando la mayoría de turistas que no pernoctan en Venecia, han regresado a sus hoteles de Mestre o de Mira, así que dije que sí, y por supuesto volví a repetir la misma sensación que la primera vez: tranquilidad, paz, y una felicidad increíbles. Me sentí muy afortunado por ver ese entorno tan mágico, desde esa perspectiva y mientras oía las canciones que el gondolero cantaba o tarareaba. Lo más curioso del caso es que el gondolero que nos había tocado, era el mismo que nos tocó el año anterior. Casualidades de la vida.
Sin duda os recomiendo que, aunque sea un poco caro, hagáis este paseo en góndola, es de las mejores sensaciones de Venecia, y por suerte no hace falta estar enamorado para disfrutar del momento, sólo dejarse llevar y tener una buena compañía, como yo la tuve las dos veces que he estado en la isla.
Que tengáis un buen día.
Saludos, viajeros.
Entrellat

miércoles, 20 de junio de 2007

El aprendiz de pintor

Foto: Un pintor en una repisa de la Loggia de la Signoria en la Plaza del mismo nombre. Florencia.
Este hubiera sido uno de los grandes días del viaje, y de hecho lo fue, aunque ensombrecido por una escena que nunca había presenciado y que me partió el alma.
Franco, un joven alumno de la academia de bellas artes de Florencia, pasa las horas antes del atardecer, sentado en la Loggia de la Signoria, dibujando cualquiera de las esculturas que allí hay. Hoy dibuja a la reproducción del David. Le hubiera gustado ir a la Galería de la Academia, donde está el original, pero su trabajo de camarero los fines de semana, a penas de la da para pagar la habitación que tiene alquilada a las afueras de Florencia, así que mucho menos para pagar la excesiva entrada que cobran por ver ese trozo de mármol, esculpido con genialidad por Miguel Ángel, que deja boquiabierto hasta al más insensible y al más escéptico.
Esta noche, por primera vez, toca la flauta en la esquina del Palacio Vecchio y la Galería de los Uffizi su compañero de piso, Lorenzo, aunque él lo llama Renzo, de forma cariñosa. Cuando se hace oscuro, y lo ve llegar a la plaza, recoge sus lápices y su cuaderno y lo mete con cuidado en su bolsa de loneta marrón, y se sienta en las escaleras que a modo gradas le harán disfrutar de la música de su amigo. El concierto empieza y poco a poco, va relajándose y dejándose llevar por la música. Mira alrededor suyo. Le gusta ver como la gente mira atentamente a su compañero, y le enorgullece ser parte de este momento. Justo al lado suyo hay una chica de unos 40 años, que llora de emoción, está cogida de la mano de su marido, como una adolescente, y al lado suyo dos chicos más, también emocionados, uno muy guapo, y el otro con una cámara de fotos colgada al cuello, pero que no se atreve a hacer fotos para no romper el momento.
Cuando llevaba apenas media hora de concierto, llega un señor con una camiseta de rallas, al más puro estilo de gondolero veneciano, y le dice a Renzo que tiene que dejar de tocar, porque ahora le toca al otro, al de la guitarra que ya hacía rato que esperaba. Además le pide su parte de las propinas que la gente ha ido dejando en la funda de su flauta. Renzo intenta regatear un poco más de tiempo, diciendo que todo ese público lo ha traído él, y que seguramente quieren escucharlo un poco más. El señor de la camiseta a rallas, a grito pelado, le va diciendo que no tiene que contradecir lo que él dice, que recoja sus cosas y que se vaya. En ese momento la gente que estaba sentada en la grada, empezaron a abuchear al mafioso señor de rallas. Uuuuuhhh, gritaban todos, incluido la chica que lloraba. Y el señor de rallas se fue con el rabo entre las piernas. La gente empezó a aplaudir al flautista, que ya había recogido sus cosas y dejado paso al de la guitarra.
Franco, estaba contento por el apoyo que su amigo había recibido, pero sabía que nunca más volvería a tocar en esa plaza, y seguramente, en ninguno de los rincones de las calles de Florencia. Se levantó y ayudó a su amigo a llevar sus cosas. Durante el trayecto hacia casa, Franco le sonrió un par de veces, pero ninguno de los dos dijo nada, aunque los dos pensaban lo mismo.
Esta historia, excepto por el personaje de Franco que es inventado, es completamente real, la presencié con mi cámara colgada al cuello, en uno de los rincones más bonitos de Florencia.
Que tengáis un buen día.
Saludos, viajeros.
Entrellat

martes, 19 de junio de 2007

Los nudos de la casualidad

Foto: escaparate de una tienda de corbatas en Roma.
El último día de Roma, en un momento en que mis compañeros de viaje hacían sus compras, me senté en el escalón de una puerta, y empecé a hacer fotos a la gente, a robar fotos, como yo le llamo. Hice tomas de pies, de las patas de un perro con su dueña, y pensé: total, las puedo borrar. Ahora cuando las miro, les encuentro algo especial, no son buenas, ni están bien encuadradas, pero a mi me recuerdan ese momento, y empiezo a imaginar la vida de las personas, y a crear unos personajes con ellas. ¿Dónde van las chinitas? ¿Dónde la señora con perro? ¿y la de los zapatos rojos, es amiga del señor que va a su lado, o sólo coinciden en el paso? ¿Será de aquí? Y pienso que soy un curioso, pero en realidad no me importa donde vayan, me importa más lo que yo me imagino. Y creo historias mientras espero, y espero mientras ellos compran. Y me levanto y veo un escaparate de corbatas, preciosas, todas de colores diferentes, ordenadas por tonos, y veo en el cristal del escaparate un reflejo, el de un edificio, y creo que tengo que hacerle una foto, y disparo. Y así nace mi proceso creativo. La lástima es que casi siempre es por casualidad. Tal vez algún día la casualidad se transforme en causalidad, y una foto bonita sea eso, causa de un trabajo, de un estudio bien hecho. Mientras tanto iré disparando, por si suena la flauta.
Que tengáis un buen día.
Saludos, viajeros.
Entrellat

lunes, 18 de junio de 2007

El ojo que no mira

Foto: Detalle del tragaluz del Panteón. Plaza de la Rotonda. Roma
Edificios de la época romana hay muchísimos en la ciudad eterna, pero tan bien conservados como este Panteón hay pocos. No os explicaré la historia, seguro que en wikipedia podéis encontrar una explicación más completa que la mía, sólo deciros que data del año 27 a. C., y que en él está enterrado entre reyes, Rafael, el magnífico pintor. Sorprende ver un espacio tan sencillo para tan grandes personajes.
A parte de la puerta, sólo existe esa abertura por donde entra la luz. Me hizo pensar que incluso cuando está cerrado el recinto, las almas de los que allí están enterrados, reciben la luz del día, la claridad de las estrellas, el frescor de la lluvia, el silbar del viento y ven volar a los pájaros; como si tuvieran la necesidad de seguir sintiendo el pasar del tiempo o de disfrutar de ese rayo de sol, o de esas gotas de agua, o del piar de las aves que sobrevuelan el Panteón; como si la vida les siguiera llamando.
En nuestra visita un coro de alemanes, o suecos, no los oí hablar, cantaron en medio del Panteón. Fue otro regalo para las almas de los que allí yacen, pero también para las almas de los que por allí andábamos. Esos momentos son los que hacen mágicos los viajes.
Si vais a Roma en agosto, cosa que desaconsejo, por las altísimas temperaturas, pero si aun así vais en esas fechas, id por la noche a la plaza de la Rotonda, donde está el Panteón, y disfrutad de una cena, o de un simple café en sus terrazas, mirando al majestuoso edificio. Una experiencia casi religiosa.
Que tengáis un buen día.
Saludos, viajeros.
Entrellat

domingo, 17 de junio de 2007

El cordón del Vaticano

Foto: El cordón del Vaticano
Hola a todos!
Ya de vuelta. No se si decir por fin, o si decir desgraciadamente. Me gusta mucho viajar. Es de las cosas que más me gustan en esta vida, pero también me gusta volver a mis cosas, a mi gente, a mi rutina, aunque por poco, al cabo de unos días ya vuelvo a tener mono de marchar, pero de marchar para luego volver. Es lo que tenemos las almas inquietas.
Decir que Italia es un país lleno de arte, o que Roma es una ciudad de contrastes es como no decir nada. Pero como ejemplo, recuerdo que hace algunos años cuando era de los pocos países con un gobierno de izquierdas, pasó de la izquierda más radical, a la derecha más conservadora. Así es Italia, un país donde todo está a la última en diseño, y sin embargo donde la iglesia tiene todavía mucho poder, sólo hay que ver las iglesias llenas hasta la bandera.
Tuve la mala suerte de coincidir en Roma con el cabronazo del señor George Bush, y perdón por lo de señor. Me sorprendió cómo se puede paralizar un país por la visita de una persona sin escrúpulos. Absolutamente todas las paradas de metro cerradas, los tranvías no funcionaban, y los autobuses que salían o llegaban al centro cambiaron su recorrido. En la foto podéis ver un cordón policial que restringía el acceso a la via de la conciliacione, delante del Vaticano. Pero eso no era todo, nunca en mi vida había visto tanta policía. Los carabinieri, la policía local, el ejercito, furgonetas y furgonetas, tanquetas antidisturbios… Lo que se supone que tiene que dar sensación de seguridad, a mi me provocaba una sensación de inseguridad increíble. Tal vez porque nosotros estemos acostumbrados a que la Policía tiene que estar, pero no se tiene que ver. En fin, Roma preciosa, como siempre, eterna, como siempre, pero esta vez, con una visita inesperada e indeseada, al menos para mí.
Que tengáis un buen día.
Saludos, fotologgers.
Entrellat

martes, 5 de junio de 2007

El hombre que daba de comer a las palomas

Foto: El hombre que daba de comer a las palomas
En todas las grandes ciudades, donde tanta gente se mueve arriba y abajo, hay algunos que descansan porque no tienen nada que hacer, o porque han dejado de creer en si mismos y piensan que no son capaces de hacer nada, o sencillamente porque hace tiempo que dejaron de creerse útiles. En esas está Victor, un anciano de 78 años viudo, que como cada día llega paseando hasta los jardines de les Tuilleries y saca de su abrigo un trozo de pan duro, el que le sobró del día anterior. A veces ni siquiera le sobra, pero hace todo lo posible por guardar un trozo para sus amigas las palomas.
El espectáculo dura a penas dos o tres minutos, Victor saca el pan del abrigo, lo tira al suelo y lo pisa con el talón para hacerlo migajas, y así facilitar el trabajo a esos animales que tan bien considerados estaban hasta hace poco, pero que últimamente son comparadas con ratas, porque a causa del gran número de ejemplares que hay, son portadoras de numerosas enfermedades y provocan tantas molestias al ser humano. Al cabo de unos segundos ya tiene un ejercito de palomas a su alrededor. Víctor disfruta viendo como comen, cómo se pelean por algún trozo de pan más grande que se ha quedado sin partir, o cómo lo lanzan al aire para partirlo.
Hoy el trozo ha sido pequeño, y ya solo queda una paloma coja, rezagada, recogiendo las migas que las otras le han dejado. Y así se siente Víctor como la paloma coja y rezagada, recogiendo las migajas que la sociedad le ha dejado. Yo llegué tarde para hacer la foto, ya todo se había acabado, o tal vez nunca pasó, pero esa fue la sensación que tuve cuando vi a ese señor, que seguramente tampoco se llame Victor.
Esta foto, tomada en los jadines de Les Tuilleries, cercanos al Louvre, creo que será mi última foto de la serie que he dedicado a París. Tal vez cuando me quede sin fotos eche mano de alguna otra, pero de momento cambiaremos de tema.
Que tengáis un buen día.
Saludos, viajeros.
Entrellat

lunes, 4 de junio de 2007

Chez Marie

Foto: fachada del restaurat Chez Marie
Marie mira el restaurante que lleva su nombre, y mira como su amigo intenta captar para su museo de momentos robados otra foto más. Sabe que le gusta robar esos trocitos de vida, para su pequeño rincón, y por eso no le importa salir reflejada en el cristal. Y entusiasmada, comparte con una sonrisa llena de gratitud, al ver, todavía en la cámara, esa pequeña postal llena de color, roja como barrio de Pigalle, tranquila y serena, a pesar del bullicio y entrañable, como casi todo París...
Lástima que no supe captar su sonrisa, pero no me importa, porque esa no la tengo en la foto, pero está en su mirada, en el rojo de la fachada, y en lo enorme de su corazón y la tengo siempre que la veo a ella, a Marie, mi Marie.
Y luego, seguimos bajando por Montmartre, y sus calles que bajan llenas de gente y de ilusión, para seguir ese momento de felicidad que fue nuestro viaje. Gracias Marie por tener esa ilusión, gracias por ser mi familia.
Y al resto, que tengáis un buen día.
Saludos, viajar.
Entrellat

viernes, 1 de junio de 2007

Los colores de París

Foto: Los colores de París
Esta foto, tomada desde una heladería cercana al cementerio de Père-Lachaise, el cual recomiendo también para los mitómanos, pues allí están enterrados infinidad de personas célebres, como Balzac, Bizet, Oscar Wilde, Molière, Chopin, o el mismo Jim Morrison; o sencillamente para los que como yo nos interesamos en cómo se organiza la raza humana, desde el principio, hasta el gran final; esta foto, digo, parece mostrar una ciudad poco hospitalaria, con viento, con lluvia, y con todos los elementos en contra, pero no es cierto. Parece ser que cuando encargué el tiempo que tenía que hacer durante esa semana corta que estuvimos en París, dije: “póngame un poco de cada”. Y así fue, porque, como si se tratara de una isla caribeña, encontramos chaparrones como el de la foto, que duraron a penas 15 minutos, calor, frío y momentos suaves de primavera.
Esa enorme variedad de climatología en tan pocos días, la encontramos también en los colores que conforman la ciudad, parece que los parisinos se empeñan en llenar los jardines de flores de colores; también la encontramos en la moda, pero no en la de las pasarelas, no, en la moda de la gente de a pie; también en la música, si señor, la música tiene muchos colores y todos esos colores están en los pequeños rincones, y en los grandes espacios, allí donde hay algo que ver, siempre hay alguien regalándonos su música, un pequeño acordeón en Montmartre, un saxofonista en uno de los puentes del Sena, un pequeño cuarteto de cámara en el Palais Royal... Y yo reivindico el gris, porque aunque parece que ser el color de la tristeza, es también el principio de algo. La tarde en que tomé esa foto, al cabo de 15 minutos, se llenó de sol y de luz, y todo gracias a ese momento tan gris.
Que tengáis un buen fin de semana.
Saludos, viajeros.
Entrellat