martes, 26 de mayo de 2009

Perdiendo el miedo

Foto: La portada del libro
Hace tiempo que todo el mundo me dice que debería hacer algo con mis cuentos, que es una pena que se que queden sólo en un blog, que a lo mejor algún día cierran aunque sea por error. Pues bien, me he liado la manta a la cabeza, he sacado al campo la vergüenza y se la he echado de comer a un conejo, porque como dice mi madre la vergüenza es verde; y con ese plantel me he propuesto seguir el camino de los grandes: el de Jordi Tello, que parece ser que está preparando su libro; o el de Rasoir electrique, que este Sant Jordi ya estuvo firmando en Paseig de Gràcia su libro, y que por cierto estará muy pronto en la librería Antinous de Barcelona por si a alguien se le escapó; o el de Manel Aljama, un antiguo compañero de trabajo al que hace poco reencontré y que escribe también como un maestro —ya lleva dos libros de relatos y está trabajando en una novela—; o el de Andrés el Barbero, que conocí a través de Manel, y que tiene en su haber tres libros de relatos.
Igual que lo es mi prosa, mi trabajo también es más modesto que los suyos, pero aquí lo tenéis, ya está calentito y disponible en una de estas editoriales de autoedición, de las de yo me lo guiso yo me lo como. He recopilado algunos de los cuentos que había escrito y publicado durante todo este tiempo en el blog, los he revisado y al final ha salido lo que podéis ver en la foto.
Si alguien tiene curiosidad aquí tenéis el link
Me hará feliz ver en las librerías el libro de Jordi Tello, no hace falta que diga por qué, todos sabéis lo grande que es. Lo que me haría muy feliz también es que su libro estuviera cerca, muy cerca, del libro de alguien que hace mucho, mucho que debería haber estado allí, verdad Conxo?
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat

domingo, 17 de mayo de 2009

Years ago

Foto: Alexander Rybak, ganador del Festival de Eurovisión 2009.
Years ago, when I was younger…
Así empieza la canción que Alexander Rybak defendía para Noruega en el Festival de eurovisión, que tuvo lugar ayer por la noche en Moscú. Y como casi todos los cuentos éste también ha tenido un final feliz, le ha dado la victoria con una abrumadora diferencia de puntuación.
Hace años, cuando era más joven — digo parafraseando la canción de Alexander— me grababa el festival de eurovisión en un radiocasete que ponía al lado de la televisión, porque todavía no se habían inventado los videos, ni los DVD grabadores, ni mucho menos las televisiones con disco duro, y si se había inventado alguno de esos aparatos, en casa no teníamos suficiente dinero para comprarlos.
Hacía callar a toda la familia, mientras cantaban los países que participaban, cada uno en su idioma, no como ahora que casi todos cantan en inglés. No participaban 42 países, porque Europa no tenía entonces tantos. Yugoslavia era un solo país y no siete y la Unión Soviética (URSS) mantenía todavía bajo su protección a muchos de los países que ayer participaron en el festival, incluida Bielorusia, la patria natal del ganador Alexander Rybak. Por cierto, la URSS tampoco participaba por aquel entonces.
Con aquella grabación iba a casa de un amigo mío y escuchábamos las cintas, y nos peleábamos por defender cual de las dos era de mejor calidad, la suya o la mía. Incluso intentábamos transcribir las letras de la canción ganadora de cada año, a pesar de que no sabíamos sueco, ni alemán, ni siquiera francés o inglés, pero nos divertía cantarlas en el lenguaje que nosotros habíamos sido capaces de transcribir.
No sé si entonces era igual, pero en aquel momento yo no era consciente que la política lo impregnaba todo, incluso las votaciones. Da igual la canción que lleves, porque los que te votan, te votarán siempre. ¿Alguien duda que llevemos la canción que llevemos Andorra nos dará los 12 puntos?
De la misma manera, y a pesar de que los países de la antigua Yugoslavia no han tenido la tolerancia suficiente para convivir en un mismo territorio, se siguen comiendo los mocos y hace años que se votan entre ellos, lleven las canciones que lleven. Lo mismo pasa con los países nórdicos y los de la zona del Báltico o con las exrepúblicas soviéticas.
A pesar de que me da pena que la diversidad lingüística de este continente se empiece a perder, en detrimento del inglés; a pesar que la calidad artística y musical no sea el criterio principal a la hora de votar una canción; a pesar de que bodrios como la canción de Chiquilicuatre queden en mejor posición que la de Soraya; a pesar de todo eso —digo— ayer vi el festival sentado en mi sofá y me gustó cómo lo hizo Soraya y me gustó también la canción ganadora.
Por cierto, una pregunta que nunca nadie me he ha sabido responder. ¿Qué hace Israel en el festival de Eurovisión si geográficamente y políticamente pertenece a Asia? Otro por cierto, mis felicitaciones a Noa, por cantar su canción junto a una palestina, ¿pero no es eso también mezclar música y política?
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
PS: Aquí tenéis el link de la canción, por si no lo visteis ayer.

sábado, 2 de mayo de 2009

Retales de una vida

Foto: Paquita en el puerto de Barcelona, a finales de los años 60

Corría el año 1944, cuando en la mañana del 28 de abril, en un pequeño pueblo de Albacete llamado La Gineta, María Eugenia, hija de Emilio el del agua, daba a luz a su segunda hija. Le pusieron el nombre de Francisca, o Paquita, como luego vinieron a bien llamarla, porque su padre Paco el de Colín, al ver que su segundo hijo era otra niña había perdido la esperanza de tener un hijo varón al que llamar Francisco, como él. Sin embargo siete años más tarde, la cigüeña volvió a picotear a su puerta y les dejó a su tercer hijo. Éste sí era varón y por supuesto, recibió también el nombre de Francisco.
Paquita nació en la casa de su Abuela Isabel, en la calle de la Balsa, como su hermana mayor, a la que en un alarde de originalidad también llamaron Isabel. Nació como casi todos los niños nacían en aquella época, en casa, sin la ayuda de un médico, ni siquiera de una matrona. María Eugenia explicaba que ese día, cuando le llegaron los dolores del parto, estaba haciendo pis en el orinal y por muy poco Paquita no nació en semejante cuna.
Con este texto empieza la película que hemos preparado para el celebrar el 65 aniversario de mi tía. Hoy queremos que sea su gran día y le hemos preparado una fiesta sorpresa. Esperemos que se lo pase bien y que se sienta como una reina.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat