domingo, 30 de diciembre de 2007

Feliz Variedad

Foto: Belén Esteban delante del portal de su casa. ¿El portal de Belén? (Foto robada de Internet)
A pesar de que en estas fechas en las que todo se ha tergiversado, es cuando uno se da cuenta que no hace falta hacer nada en la vida para “triunfar”, que es suficiente casarse con un torero friky, divorciarse y ser todavía más friky para que la “prensa especializada” se preocupe por uno; a pesar de que lo que envuelve al amor y a los buenos sentimientos en estas fechas es una gran y carísima mentira que sólo interesa para vender más, igual que el día del padre o de la madre; a pesar de que la gente se emperra en adornar sus balcones como un puticlub de carretera, por no se qué necesidad; a pesar de todo eso, digo, uno siente la necesidad de estar con los suyos, más que el resto del año, de ser mejor persona, de inflar los correos electrónicos y los teléfonos móviles de felicitaciones recibidas y reenviadas infinidad de veces y la mayoría de ocasiones con muy poco gusto, como mi foto de hoy. Y por supuesto, uno siente también la necesidad de hacer balance del año. Y como yo no voy a ser menos, empezaré a hacer mi balance.
Cosas positivas:
He seguido con mis estudios de canto, y he mejorado un poco, según mi profesora; he viajado bastante y he visitando Praga, París, Roma, Florencia, Venecia, Perú, y de España Valencia, Alicante y Murcia; hemos empezado, aunque tímidamente con un nuevo proyecto de teatro; he arrancado sonrisas y lágrimas de mi familia, como en la película, pero todas han sido de alegría, ninguna de tristeza; he recuperado amigos que hacía tiempo que no veía y he hecho amigos nuevos; pero, sin duda lo mejor ha sido mi boda, no porque haya dado forma legal a algo que ya era más que un matrimonio, que también, no porque me haya casado con una de las mejores personas del mundo, que también, si no porque he vuelto a constatar que tengo a mi alrededor un montón de gente que me quiere y que es capaz de recorrer infinidad de kilómetros para estar con nosotros, y otros que sin recorrer todos esos kilómetros, nos demuestran más a menudo que nos siguen queriendo.
Cosas negativas:
No he ido al gimnasio todo lo que me propuse; no he perdido el peso que quería y que necesitaba perder para la obra de teatro, aunque todavía tengo tiempo; he vuelto a fumar, empecé en París, y hasta ahora; he dejado en el camino a alguna gente, a la que la vida se ha empeñado en separar de mí, aunque no se si eso es negativo, porque cuando los caminos se separaran es porque no había mucho para compartir, y por suerte han apareciendo personas nuevas con las que tengo más cosas en común y también he reencontrado a otros; sigo con mi trabajo y con la misma sensación de etapa finalizada, pero sin la posibilidad de cambiar.
Releo todo esto, y me siento satisfecho con el año que ha pasado, pero no me conformo y me hago las siguientes…
Propuestas para el nuevo año:
Dejar de fumar definitivamente. Ir constantemente al gimnasio. Perder peso para estar como el personaje de la obra requiere. Volver a Perú, por muchos motivos. Empezar mi doctorado. Dedicar más tiempo a mi familia. Intentar activamente cambiar de trabajo.
A pesar de todo lo dicho al principio, me gusta sentarme i sentirme con mi familia y con todos los míos en estas fechas y compartir esa sensación de que estamos muy bien, para qué lo voy a negar. Y me gusta saber que formo parte de algo, de ese algo, y que tengo el apoyo de toda esta gente que camina conmigo, que viaja en esta complicada aventura que es la vida.
Feliz día, viajeros, y felices fiestas, como no.
Entrellat

sábado, 15 de diciembre de 2007

¿Conservar o aprovechar?

Foto: Complejo arqueológico de Sacsahuaman, alrededores de Cuzco (Perú), noviembre de 2007
La primera noche en Cuzco, mientras paseábamos por la plaza de armas, un chaval de los que ofrecen servicios a los turistas se dirigió a nosotros y a pesar que nos habló en castellano, yo entendí que nos decía “sexy woman”. Y me reí y le dije a mi compañero de fatigas que nos estaba ofreciendo un espectáculo de chicas ligeritas de ropa, o bien un servicio de compañía. Qué poca vista, pensé. Y le dije: “no gracias, no lo necesitamos”, y nos marchamos con una sonrisa en los labios.
Al día siguiente, en una de las visitas programadas, nos llevaron al complejo arqueológico de Sacsahuaman. Entre otros muchos datos, el guía nos dijo que para acordarnos del nombre pensáramos en el término ingles “sexy woman”, que así era como muchos turistas le llamaban al recinto. Ahí me entró la risa tonta, y pensé en el pobre chico de la noche anterior, que nos estaba ofreciendo una excursión, y yo pensaba que nos quería llevar de putas. Pues menos mal que le dije que no, que si hubiera tenido la intención de utilizar los servicios que pensaba que nos estaba ofreciendo, imagínate que chasco. Si ya me lo dice mi madre, “que no escuchas, nene, que no escuchas”.
En fin, que otro de los datos que me llamó la atención fue que este complejo sirvió de cantera para construir la mayoría de las iglesias y catedrales cristianas de la ciudad. Una barbaridad, si lo pensamos hoy en día, pero una práctica muy utilizada en la época, ya que la idea de conservar el patrimonio histórico es bastante reciente. Y ahí, nuestro guía integrista, del que os hablé en otra actualización, aprovechó para arremeter otra vez contra los españoles. Pero en su disculpa diré que no dejaba títere con cabeza, porque también aprovechó la ocasión para criticar al gobierno municipal, ya que hasta los años 50 había permitido comprar bloques de piedra del recinto para restaurar las casonas de Cuzco. En eso sí le doy la razón. Es realmente triste que hace poco más de 50 años, todavía se estuviera desmontando un complejo de esa importancia, fuera para el fin que fuera. Es como si hace 50 años hubieran desmontado las pirámides de Egipto para restaurar algunas casas de la zona. Tuvo que crearse un instituto nacional que se dedica a la conservación del patrimonio cultural para que barbaridades como esas dejaran de ser una práctica habitual en Perú.
En su defensa diré que seguramente la situación socio-económica del país hace ese medio siglo era mucho peor de lo que ahora es, y que bastante tenían con sobrevivir, como para pensar en conservar unas piedras. En fin, que todo es relativo, y que juzgar hechos como esos desde nuestra perspectiva acomodada es muy fácil. La suerte es que no todo se perdió, y que por lo menos, podemos ver un 20 por ciento de lo que fue esa fortaleza.
Por cierto, ¿esta foto no os recuerda a Stonehenge? El complejo no tiene que ver nada con ese sitio británico, pero esta toma en concreto, a mí me lo recuerda.
Feliz día, viajeros.
Entrellat

¿Cómo soy yo?

Foto: Juan, nuestro guía, en el templo de Viracocha (Perú), noviembre de 2007
Ayer, mientras paseaba por la calle haciendo tiempo para entrar al trabajo, me paré en el escaparate de una librería, y estuve mirando una sección muy interesante de libros de fotografía que tienen. Me llamó la atención en especial un libro sobre paisajes de Cataluña, Baleares y Valencia. Me gustaron las fotos que se veían desde la calle, aunque pensé, un libro más. Luego cuando miré la portada, vi que tenía comentarios de Beth Rodergas, la Beth de Operación Triunfo, la que fue a Eurovisión. Siempre me ha caído bien esta chica. Mira, defectillos que tiene uno. Pues el caso es que a partir de que vi que los comentarios a las fotos estaban hechos por ella, me interesó todavía más. Y yo que me creía que no era mitómano, y resulta que me parece más interesante el libro porque Beth dice lo que le parecen las fotos…
Y como mi cafetera (mi cabeza) va sola, empecé a darle vueltas sobre cómo somos realmente. ¿Somos como nos creemos nosotros, como nos sentimos, como nos ven los otros, o de ninguna de las tres maneras?
Y me acordé de una compañera de trabajo, a la que sólo trato por teléfono y a la que sólo he visto unas cuantas veces en unos años. Un compañero suyo, me dijo que ella le había dicho que soy muy serio, que le doy miedo. Mi jefa “suprema” también tenía la sensación de que soy serio. Por el contrario, mis amigos piensan, que soy una persona divertida, o al menos eso dicen. Mi marido dice que soy divertido, inteligente y con un gran corazón, por algo es mi marido, pero que a veces soy un poco borde. Y yo creo de mi mismo que soy buena persona, con buenos sentimientos, graciosillo, pero que tal vez exijo demasiado de los otros. También es cierto que cada día que pasa, me preocupa menos caerle bien a la gente, y sobre todo en el trabajo, y tal vez por eso no me ocupo de “ser especialmente simpático”. Intento decir las cosas con corrección, eso se lo tengo que agradecer a mi madre, pero no intento ganar adeptos.
Y aquí viene la pregunta del millón: ¿cómo somos realmente? ¿Quién de todos tiene razón? Porque claro, si con algunos nos comportamos como bordes, para esas personas seremos bordes. Si para nuestros amigos tenemos la capacidad de escuchar, y de hacerles reír, seremos buenas personas y además divertidos. Y si de nosotros mismos creemos que somos buenas personas, alegres y divertidos, tal vez seamos así.
Podríamos justificarnos diciendo que cada uno de ellos tiene una visión parcial de nuestro yo. En mi caso, podría pensar que mi compañera, o mi “jefa suprema” sólo me conocen en ese ámbito. O que incluso tal vez nosotros, tengamos una impresión equivocada de nosotros mismos, que tal vez pensemos que somos de una manera, cuando en realidad no nos conocemos realmente. Y entonces volvemos al principio de la cuestión.
Seguramente no exista un solo yo, si no que nuestro yo se transforma cada vez que interrelaciona con otras personas, con otros ambientes, y así se va modificando. Quién no ha oído decir a alguien de un amigo “este tío es completamente diferente cuando está con su novia, que cuando está solo con nosotros”. Tal vez sea eso.
Feliz día, viajeros.
Entrellat
PS: Por cierto, que la foto la puse para hablar de mitomanías, os iba a decir que no era Indiana Jones, que era uno de nuestros guías de Perú; pero al final el texto ha ido por otros derroteros, así que mis disculpas, intentaré ser más organizado la próxima vez.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Cuzco es gay!!!!

Foto: Bandera que ondea en una de las “sedes de distrito” de Cuzco (Perú), noviembre de 2007
En la película Víctor o Victoria, Lesley Ann Warren, en una de sus mejores interpretaciones, o al menos para mí, decía gritando: ES GAAAAYYYY, refiriéndose al personaje que interpretaba Julie Andrews. Pues eso mismo estuve a punto de gritar yo, al pasear por las calles de Cuzco. Cuzco es gay!!!! Y no es que me hubiera vuelto loco, no. Es que toda la ciudad está llena de banderas como las de la foto, y claro desde el punto ego centrista que uno tiene a veces, no puede dejar de soñar que los ayuntamientos, las sedes de distrito, los restaurantes, los teatros, los bares, sean locales gays. Luego uno hace lo que tenía que haber hecho antes de salir a pasear por la ciudad, leer la guía, que para eso la ha comprado, y se da cuenta de que no es la bandera gay, no. Es la bandera inca. Sí, es curioso que a parte del gusto por la historia y los monumentos, compartamos la bandera, aunque si os fijáis con detalle, lleva una franja más, la azul cielo. Pero bueno, así de entrada puede parecerlo e inducir a errores.
Hace mucho tiempo, me preguntó una amiga mía, intrigada ¿Y cómo sabes tú si un tío es gay? Yo pensé en responderle a la gallega, diciéndole ¿y cómo sabes tú si un tío es hetero? Pero en vez de eso le dije:
- Mira, las estadísticas dicen que uno de cada diez hombres es gay, así que tu te pones en la cola del pan, y vas contando, y el que hace 10 es marica seguro. Eh! Que no lo digo yo, que lo dicen las estadísticas.
Por supuesto, se descojonó. Y seguí contestando a su pregunta con otra de mis ocurrencias.
- Si no te convence lo de la estadística, que es una ciencia inexacta. Existen unas pruebas para saber si uno es gay. Sí, mujer, la prueba de las tres preguntas. Tú te diriges a un hombre y le dices:
Primera pregunta: ¿Tienes más de un disco de Barbara Streisand? Si la respuesta es sí, tiene un 30% de gay.
Segunda pregunta: ¿Te gustan los muebles de diseño? Si la respuesta es sí, tiene otro 30% más.
Y tercera y tal vez la más importante: ¿Te gustan mis zapatos? Si el tío te dice: yo que sé tía, bien, no están mal. Es hetero, seguro. Y si dice: ay sí, son superfashion. Tiene otro 30% de gay más.
Y mi amiga, que es muy lista y ha hecho ciencias, me preguntó: ¿y el otro 10%? Y yo le contesté: el otro 10% todos los hombres lo tienen, hasta el más hetero. Y se volvió a reír. Y añadí: y si tienes prisa, no hace falta que le preguntes las dos primeras con la tercera ya te basta.
No hace falta que os diga que todo esto es una broma, un divertimento para haceros pasar un buen rato.
Feliz día, viajeros.
Entrellat

martes, 11 de diciembre de 2007

El Machu Pichu

Foto: Yo en Machu Pichu (Perú), noviembre de 2007
Decía /bcn_in_love, al que hace tiempo que no vemos por aquí, por cierto, que tardó 6 meses en poner una foto suya en fotolog, una foto en la que apareciera él. Yo he tardado un poco más, no mucho, pero no ha sido premeditado, ni ha sido un “tour de force” contra él, ni contra mi ego. El hecho de ponerla hoy, tampoco significa que haya cambiado de idea, no. Es cierto que me gustan los flogs en los que la gente pone fotos suyas, y explica sus cosas, su día a día, sus miedos, sus alegrías, sus ilusiones, sus proyectos, sus triunfos, sus fracasos; pero ésta no ha sido nunca mi intención, aunque indirectamente, en todas y cada una de mis actualizaciones está todo eso, incluso en mis cuentos e historias, los que son inventados. Mi intención es mirar el mundo que me rodea, el de mi día a día y el de mis viajes, y explicar lo que me provoca, lo que siento al verlo, lo que pienso, y la marca que deja en mí.
Hoy he puesto mi foto en Machu Pichu para dejar constancia de que estuve allí, porque todavía no me lo creo. Sí, me impresionó tanto que yo, que no suelto mi cámara del cuello, ni aunque me maten, dejé que me hicieran esta foto. Siempre he preferido hacer yo las fotos. Prefiero que lo que aparezca en el papel, bueno, ahora en la pantalla del ordenador, sea mi visión de las cosas, mi mirada, y no yo. Aunque también podría poner el automático y con mi mirada salir yo también. Bueno, pero eso todavía no lo tengo trabajado. Tal vez más adelante.
Si tuviera que comparar la sensación que tuve al ver este recinto arqueológico, aunque es cierto que las comparaciones son odiosas, lo haría con la sensación que tuve al ver las tres pirámides o Abu Simbel, en Egipto, o la ciudad de Petra, en Jordania. Por supuesto estoy hablando de sensaciones, porque no tienen nada que ver ni histórica, ni cronológica, ni paisajísticamente hablando.
A excepción del camino Inca, que se hace a pié, la única manera de llegar a Machu Pichu es en tren hasta Aguas Calientes, y luego en autobús desde ese desafortunado pueblo hasta la entrada del recinto. Alguien me dijo que había un tren de lujo que llegaba hasta las ruinas, pero por mucho que busqué no vi ni la estación, ni las vías que subían hasta allí arriba. Una vez en la entrada, se pasa el control, y se sigue por un corto sendero que al hacer subida, no deja ver las ruinas, hasta que no llegas a un pequeño mirador. Es en ese momento cuando yo tuve la sensación que comparaba antes con aquellas maravillas egipcias y jordanas. Tuve la sensación de que era un decorado, de que no era cierto lo que estaba contemplando. Esa sensación me dejó parado durante unos segundos, como si estuviera sordo, intentando eliminar los comentarios de los otros visitantes, hasta que una señora con un gorro de paja, me dijo: “¿te importaría quitarte? Es que quiero hacer una foto”. Me aparté con cara de aturdido, como si no entendiera lo que me estaba pidiendo, y pensando que por la tarde, cuando la gran masa de turistas se hubiera marchado, volvería a aquel mirador para tener la misma sensación. Y volví, pero la sensación ya no fue la misma. Leí hace unos días, no se dónde, ni quién lo decía, que uno no debería volver a los lugares donde fue feliz. Aunque no estoy muy de acuerdo con esta frase, sí explica mi sensación. Si tengo que elegir, yo me quedo con la primera.
Podría explicaros, la historia, la cronología, las características arquitectónicas de este maravilloso sitio, para qué fue utilizado, pero para eso ya tenéis la wikipedia, o cualquier otra enciclopedia, que son mucho más extensas y seguro que más acertadas que yo, así que os dejo el link de la primera, por si queréis informaros más.
Además como he dicho, prefiero explicaros mi experiencia, que no llenar esto de datos.
Feliz día, viajeros.
Entrellat

sábado, 8 de diciembre de 2007

Perú y su gente III

Foto: Habitantes de la Isla Taquile, Lago Titicaca (Perú), noviembre de 2007
Angélica, nuestra guía, contaba en las dos horas largas que duró la travesía desde Puno hasta la isla de Taquile, que en la época de la colonización española, esta isla después de ser expropiada a sus habitantes naturales, fue pasando de mano en mano. Su último propietario, un “noble” español, de cuyo nombre no logro acordarme, ni siquiera pisó nunca tan curioso lugar. Con mucho esfuerzo y muchos años, sus habitantes, poco a poco, fueron volviendo a comprar una por una todas las fincas y se volvieron a hacer con la propiedad de la isla. Hoy en día es una de las sociedades más endogámicas que existen por la zona, supongo que a raíz de todo esto que os he explicado. Tienen una sociedad muy jerarquizada, en la que se elige una especie de gobernador y unos consejeros que toman todas las decisiones importantes del territorio. No está bien visto que un taquileño se case con alguien que no sea de allí. No está permitido vender las tierras a nadie que sea de fuera de la isla, y ni siquiera se permiten largas estancias a los foráneos, sin el permiso del consejo. Parece ser, que desde entonces, sólo en una ocasión, una escritora alemana, estuvo durante un año residiendo en la isla para escribir un libro sobre sus habitantes.
Esas barretinas adaptadas a sus tejidos, esas fajas, esos chalecos y esas camisas de mangas anchas y fruncidas, que llevaban los hombres de la isla, que parecía que en cualquier momento se iban a poner a bailar sardanas en la plaza mayor de la isla, son lo único que les queda de la herencia española. Las mujeres, por el contrario llevan otro tipo de indumentaria. Véase la foto del día 1 de diciembre.
Comprensible su desconfianza, pero a diferencia de los Uros, que entre otros comparten lago con ellos, y a pesar también de ser conscientes de que el turismo es su gran fuente de ingresos, no son un pueblo amable. Son desconfiados, tienen un aire triste y el tono de su voz es tremendamente bajo. En el escaso tiempo que duró nuestra visita a la isla, pude observar cual era el tipo de relación que los taquileños tenían con los turistas, ninguna. Sólo los que por obligación tienen que relacionarse con ellos, los de los restaurantes, por ejemplo, se dirigen a los forasteros. El resto han aprendido a mirar a través de ellos, como si fueran trasparentes, a obviarlos, a seguir su vida, como si no estuviesen allí.
Otro guía que tuvimos en Cuzco, integrista hasta la médula, no cesaba de echarnos en cara con un tono casi ofensivo, la ocupación española y la masacre que hicieron los españoles con los incas. Hasta cuantificó la deuda que España tenía con el pueblo peruano, por todo lo que los “conquistadores” se llevaron al viejo continente. Parece ser que olvidó contarnos que el pueblo inca también arrasó en su expansión a todos los pueblos que iba encontrándose a su paso. Siguiendo su ejemplo, nosotros también deberíamos odiar a los griegos, a los romanos, a los visigodos, a los moros, y a todos y cada uno de los pueblos que han ido pasando por la península ibérica en todos estos años de historia. Este tipo de actitudes, como las del pueblo de Taquile hacia los forasteros, no aportan nada positivo, y difícilmente facilitan la convivencia. Después de mis tímidos viajes por el mundo durante todos estos años, he aprendido que el odio, sólo genera odio, y que los nacionalismos exacerbados, y los integrismos desmesurados, no ayudan a construir nada, sólo a estancar e impedir que las sociedades evolucionen.
En cuanto a la isla en si, a pesar de lo duro que se hace el ascenso hasta la cima de la montaña donde está situado el pueblo, está a más de 4000 metros de altura, y el oxígeno es escaso; a pesar de ello, digo, la isla es preciosa, y los paisajes que se pueden ver desde el mirador de la plaza, bien vale el esfuerzo.
Feliz día, viajeros.
Entrellat

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Perú y su gente II

Foto: Hotel Kamisaraki Inn. Islas de los Uros, Lago Titicaca (Perú), noviembre de 2007
Walt Whitman decía: “las montañas son siempre las mismas, las miradas las hacen diferentes”.
Seguro que habrá quien difiera de todos estos comentarios que voy haciendo sobre Perú. Habrá quien haya estado allí y no haya visto lo mismo que yo, y no porque haya cambiado, si no porque su manera de mirar ha sido distinta. Hoy hablaré sobre los Uros que yo vi.
Los Uros son un grupo étnico que vive en unas 20 islas flotantes, fabricadas por ellos mismos a base de totora, una especie de juncos que se encuentran en el lago Titicaca. Las islas, construidas sobre una base de raíces de totora, varían de tamaño en función del número de familias que viven en ellas, y están ancladas al fondo del lago con palos, a modo de estacas, y sobre esa base van añadiendo nuevas capas de totora a medida que las de abajo se van pudriendo. Como curiosidad, explican sus habitantes, que en época de lluvias a veces alguna isla se ha desatado y se ha desplazado por el lago. En esas situaciones, contratan un remolcador que la devuelva a su sitio, y la vuelven a anclar en su posición inicial. Es también curioso cómo se balancean, a pesar de estar ancladas. Cuando uno está encima de una de estas islas, tiene la sensación de estar en un muelle flotante.
Ellos dicen que viven de la pesca y de la artesanía, pero cuando desembarcas en sus islas observas que todo está montado para el turismo. No quiero decir con ello que sea un parque temático, no. Todo lo contrario, pero han organizado su vida para vender esa artesanía como souvernirs a los turistas y hasta tienen un pequeño “hotel”, el de la foto, a base de cabañas, para los turistas atrevidos que quieran pasar allí la noche.
Tienen una escuela, a la que va diariamente un profesor de tierra firme, que obligatoriamente tiene que hacer las clases en la lengua que actualmente hablan, el Aymara. También tienen un pequeño centro de salud, y la mayoría de las casas disponen de placas solares para tener luz eléctrica, herencia de la primera etapa Fujimori. Lo que no me atreví a preguntar fue dónde hacían sus necesidades, pues en el interior de una de las casas que visitamos no había retrete, y en lo que se podía ver del resto de la isla, tampoco había nada que pudiera hacer esas funciones. En realidad había poca cosa dentro aquella casa, tan sólo una cama que ocupaba casi toda la cabaña y una silla donde sentarse para hacer los bordados, que luego venderán a los turistas. En esa cama dormían el matrimonio y sus dos hijos. El resto de la cabaña era tan pequeño, que ni siquiera cabían los cuatro habitantes de pie. Me pareció curioso que la señora nos ofreciera ver su casa, pero todavía más curioso me pareció el comentario que hizo sobre el desorden que reinaba en el interior: “perdonad, pero la casa está un poco desordenada”, como si yo o cualquiera, después de ver una manera tan diferente y genuina de vivir, fuera capaz de juzgarlos por ese “desorden”.
Los Uros son un pueblo amable, y son conscientes que el turismo es una gran fuente de ingresos, y por eso intentan conservar sus costumbres, y todo lo folclórico de su aspecto, pero a pesar de ser acosados diariamente por embarcaciones de turistas, no pierden su sonrisa y sus ganas de hablar con los que vienen de fuera. Eso mismo no ocurre con otro grupo de gente que vive también en el lago, los habitantes de la isla de Taquile, pero eso ya es otra historia, que os explicaré en la próxima actualización.
Feliz día, viajeros.
Entrellat

sábado, 1 de diciembre de 2007

Perú y su gente I

Foto: Unas niñas con sus atuendos típicos. Isla de Taquile, Lago Titicaca (Perú), noviembre de 2007
Decir que la gente de Lima es completamente diferente a la del resto de Perú, sería parcialmente cierto, sería como decir que en lo que se refiere al factor humano, hay dos Perús, y no es cierto, hay muchos más.
Decía en la última actualización que lo que más me sorprendió de Perú es su gente, la variedad de razas, de tribus o de etnias que se pueden encontrar con sólo cambiar de una zona a otra del país. Es cierto que aquí, con el reciente fenómeno de la inmigración, nos hemos acostumbrado a ver gente de todo tipo por la calle, pero ellos lo tienen más integrado, bueno, más integrado en sus genes, porque en la cotidianidad, en el día a día, parece que no. Según la guía que nos enseñó Lima, eso era un problema para ellos, porque nunca conseguirían integrarse, unificarse. Como si la cohesión de un pueblo se hiciera por su homogeneidad racial. La cohesión se consigue con el respeto de las diferencias; valorándolas, no eliminándolas.
Unos peruanos con los que coincidimos en un restaurante, en Cuzco, muy majos, por cierto, nos comentaron que el gran problema de la sociedad peruana, es que no quieren avanzar, que no quieren perder sus costumbres. Entendí lo que quería decir, pero me di cuenta que para ellos avanzar o evolucionar era eliminar todo lo que significara tradicional, sus gentes, su manera de vivir. Ellos han adoptado el modelo americano como modelo a seguir, desde la moneda, hasta las frases inglesas introducidas en su lenguaje cotidiano. A pesar que el Nuevo Sol es la moneda oficial, en todos los establecimientos para turistas, y algunos otros más, el precio está en dólares, las tasas de los aeropuertos se pagan en dólares, etc. y siempre tienes que ir con la cancioncilla: “no, en dólares no, ¿cuanto es en soles?”. Como decía utilizan muchas frases en inglés porque queda más “internacional”. Dicen “bauchers”, en vez de bonos, o vales. Utilizan “waik up call” para decir llamada despertador, y así una infinidad de ejemplos. Es curioso escuchar a la recepcionista del hotel con su suave y agradable acento peruano, casi imperceptible, la frase “señor, a qué hora quiere su waik up call?”. A pesar de que no se demasiado inglés, en los viajes he ido aprendiendo algunas de estas cosas, pero siempre solía responder, ¿cómo? Es que no entiendo el inglés. Sé que puede parecer descortés, pero me hubiera gustado que utilizaran su lengua. Y no me molesta que todo esté en dólares, o que introduzcan frases en inglés, no, lo que realmente me molesta es que todo eso es debido a su baja autoestima, como país, como sociedad, y la mayoría como individuos.
Decía un peruano que conocimos en Lima, que a parte de guapísimo, era encantador, cariñoso y muy inteligente, que los peruanos tienen mucho miedo a ser rechazados, como ya lo han sido otras veces, durante su historia. Y es cierto, hasta los vendedores ambulantes, los que te persiguen por las calles para venderte postales, una excursión, o una cena en un restaurante, para conseguir unos soles de comisión, prefieren oír un “ahora no, tal vez luego” aunque sea mentira, que un “no, gracias, no lo necesito”. Al principio, uno va diciendo “No, gracias. No, gracias”, pero ellos van insistiendo con su frase “¿Luego, señor, luego?”. Y ahí te das cuenta que mi amigo limeño tiene razón, prefieren una mentira piadosa, que una verdad cruel.
Todavía tengo muchas más cosas que decir sobre la gente de Perú, de unos que como pueblo nos enamoraron, por su riqueza y su diversidad, y de otros que como individuos, dejaron huella en nuestros corazoncitos de viajeros todavía inocentes. ¿Verdad que sí, Marco? Pero eso será otro día.
Feliz día, viajeros.
Entrellat