sábado, 25 de abril de 2009

Silencios

Foto: Petra con cara de circunstancias. Terrassa, octubre de 2008
En la música, en el cine y en el teatro los silencios tienen un papel muy importante. En la vida cotidiana también lo tienen y además están llenos de información.
Cuando uno hace una pregunta del tipo “¿yo no bailo tan mal, verdad?”, uno espera una respuesta a la altura; espera oír del otro algo como “nooooo, claro que no, tu bailas mucho mejor, donde va a parar. Eso que dicen de ti que eres arrítmico es por la envidia que te tienen". El problema viene cuando lo que uno recibe por respuesta a esa pregunta es un silencio sepulcral, o un “¿vamos a tomar algo a la barra?” Entonces es que algo está pasando y el interlocutor no se atreve a decir lo que piensa de tu forma de bailar.
Algo parecido me pasó a mí cuando le hice una pregunta a una compañera de trabajo con la que antes nos unía una relación de amistad, y con la que ahora tan sólo una simple pero cordial relación de compañeros.
— ¿Verdad que yo no tengo tan mal carácter? ¿A que yo no soy una persona difícil de tratar, a que no? — Le pregunté después de comentarle los motivos por los cuales me había discutido telefónicamente con otra compañera de trabajo.
Esperaba un “nooooo” por respuesta, pero viendo que no llegaba, las alarmas empezaron a sonar en mi conciencia y me di cuenta que ese no saber qué decir decía más que muchas de las palabras que hasta ese momento habíamos mantenido.
— Soy una mala persona. — pensé, y sin escuchar lo que me dijo a continuación, me dirigí a mi despacho.
Una frase dicha por una especie de oráculo resonaba en mi cabeza: “No preguntes lo que no quieras saber”. Pero yo sí que quería saberlo.
Reconozco que tengo un carácter fuerte, y sobre todo una dosis de paciencia bastante limitada, pero me ha costado mucho aprender a decir lo que pienso sin ponerme colorado; porque cuesta mucho esfuerzo llegar a no necesitar caer bien a todo el mundo para sentirse bien, y creo que yo lo he conseguido. No quiero decir con ello que vaya por la vida machacando al resto de los mortales, pero ya no necesito caer bien a las personas que no me importan, a las personas que no quiero, aunque no es menos cierto que todavía me conmueven esos silencios. A lo mejor debería hacer caso al oráculo y no preguntar lo que no quiera saber.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat