sábado, 31 de enero de 2009

Conxo

Foto: Conxo, Dim, La triche, Nekobcn y las piernas de Eme, en una cena fotologuera. Terrassa, noviembre de 2008
De la calidad de tus fotomontajes no hablo, porque es indiscutible. Se ve a simple vista. En ellos a modo de broma dibujas parte de una sátira del día a día, de tu día a día; aunque “si me das a elegir, ay amor, me quedo contigo”, como dirían dando estopa aquellos chiquitos de Cornellà en su remasterizada versión de la canción de los Chichos. Y cuando digo que me quedo contigo, no quiero decir que te tomo el pelo, no, que el castellano es muy rico y muy puñetero, también. Digo que me quedo contigo, que te prefiero a ti, a tus trocitos de realidad, a esas historias que como la de Carol, duele tanto leer pero que me enganchan tanto, porque aunque te conozco menos de lo que quisiera para saber en qué grado son ciertas, te conozco lo suficiente para saber que traspiran realidad. ¡ Qué coño! “Transpiran” es demasiado suave. Sería mejor decir que sudan realidad. Son historias de lágrimas de dolor, pero también de lágrimas de alegría. ¿Y hay algo que le haga a uno ser más consciente de estar vivo que el dolor y la alegría? No. Por tanto tus historias están llenas de vida.
Hoy he leído la tercera parte, el final, de la historia de Carol, y cuando la he leído he tenido la necesidad de volverla a leer entera, desde el principio, a pesar de que ya la había leído.
Y cuando he acabado he tenido la necesidad también de dejarle un mensaje a su autor, a Conxo, o mejor dicho a Jorge, y me he puesto a escribirle, pero a medida que he ido escribiendo me he dado cuenta que tenía demasiadas cosas que decirle como para que se quedaran escondidas ahí, en un posteo discreto, y he pensado que hoy le dedicaría mi pequeño espacio.
No voy a decíos nada más sobre él, seguro que muchos ya lo conocéis incluso en persona, y lo seguís como yo, pero para los pocos que todavía no lo hacéis, empezad con esa historia, la de Carol.
La historia de Carol I
Nada más.
Y nada menos.
Gracias Conxo. Muchas gracias Jorge, por estos momentos tan preciosos y tan llenos de realidad.
Besotes, bonic.
Y al resto, que tengáis un buen fin de semana.
Entrellat

sábado, 24 de enero de 2009

El último café

Foto: El último café. Terrassa, noviembre de 2008

Sole rondaba los 60 años. Era una mujer guapa, y elegante, incluso cuando abría la puerta con la bata de estar por casa, guardaba ese aire de discreta elegancia. Con sólo mirar sus ojos, su sonrisa, su cuidado pelo, y a pesar de que las arrugas se habían instalado ya en su cara hacía unos años, uno se daba cuenta que la belleza había sido una de sus grandes armas.
Aquella noche el viento había alcanzado velocidades a las que no estábamos acostumbrados, y si a nosotros nos había mantenido despiertos e inquietos toda la noche, en casa de Sole realmente había dejado huella. El toldo que protegía su pequeño balcón se había hecho girones, y había estado ondeando al viento, como si se tratara de la bandera de su pequeño castillo.
A primera hora de la mañana, llamó a nuestra puerta para preguntarnos si el seguro cubriría semejante destrozo. Vino sin ningún papel en la mano, tan solo con su bata larga y un poco despeinada. Aun así, era capaz de coquetear con su mirada; sin embargo, al cabo de unas pocas frases entendí que lo del seguro le preocupaba, pero no era ese el objetivo principal de su visita.
Casi siempre pasaba los fines de semana en casa de su novio, con el que llevaba más de veinte años de relación, más tiempo incluso del que había pasado con su marido; el padre de sus dos hijos, pero hacía un par de semanas que coincidíamos en el ascensor los fines de semana, la cual cosa nos hizo pensar que algo pasaba.
Su pareja era un poco mayor que ella, y hacía unos meses se había beneficiado de una prejubilación en la empresa donde trabajaba. Sole había pensado que aquella nueva situación, supondría una nueva etapa en su vida, que el ir y venir a la casa de la playa donde vivía su novio, se reduciría a un par de visitas al mes, porque él se trasladaría a casa de ella. Pero la cosa no fue así, no sólo no se mudó a su casa, si no que el ostracismo de él iba creciendo con los meses. Tan sólo le apetecía quedarse en su casa, y las salidas a cenar, a casa de los amigos, o al cine, se habían quedado en meros recuerdos del pasado.
Aquel viento le había traído a la memoria que ahora estaba sola, y tenía necesidad de contarnos, y ese era el verdadero motivo de su visita, que las noches de invierno parecían más frías, que el viento se hacía más insoportable y que lo que era tan sólo un toldo roto se hacía ahora todo un mundo sin él; porque hacía 15 días tras prepararle una taza de café, le había dicho que ella todavía tenía ilusión por la vida, que quería hacer cosas, salir, viajar, vivir, mientras que él hacía años que había tirado la toalla. Después de dar un último sorbo, Sole dejó la taza sobre la mesa. Él ni siquiera había probado el suyo, estaba demasiado enfrascado mirando la televisión mientras ella le hablaba. Sole abrió su llavero y dejó la llave de la casa de la playa sobre la mesa, al lado de la taza, y comprendió entonces que aquel era el último café que le preparaba.
Esta madrugada, el viento ha alcanzado ráfagas de 150 km/h según las noticias, y después de estar toda la noche sin dormir, esta mañana hemos recibido la visita de la vecina.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat

lunes, 19 de enero de 2009

Super posición

Foto: Collage: Coronación con fondo de víctimas anónimas
Bonaventura de Sousa Santos, un catedrático de la Universidad de Coímbra y profesor de la Universidad de Madison-Wisconsin, dijo que la de Obama era la victoria de las minorías cuando descubren que juntas son una mayoría. Esa afirmación me hizo pensar que el pueblo americano había madurado, y que habían sabido unir lo que tenían en común todas esas minorías, en vez de echarse en cara sus diferencias.
Mañana tendrá lugar la investidura de Obama. Sin duda, un gran logro para la democracia y para la tolerancia en el mundo. Mañana será el gran día para el mundo entero, porque gracias a las locuras del señor Bush y al fantasma de la globalización, cualquier cosa que se haga en ese país afectará a todo el mundo. Como muestra, véase la repercusión y la difusión mediática que en nuestro país tuvieron por primera vez en la historia unas elecciones de los EEUU. Todo el mundo estará pendiente de lo que allí pase. Apaguemos pues, las llamas que hemos encendido a nuestros muertos, a los muertos del conflicto palestino-israelí, dejemos de abrazar a las víctimas que sobreviven a ese y otros cientos de conflictos armados que hay en el mundo, porque las trompetas de la gloria sonarán sólo para Obama, y nada puede ensombrecer ese momento.
Hágase un alto el fuego unilateral por parte de Israel, no sea que los misiles hagan demasiado ruido, no sea que el estreno mundial de esa gran película titulada “la coronación de un presidente” quede deslucida. Hagamos que la alfombra roja por donde desfilan las 50 estrellas de esta película sea roja por el glamur y no a causa de la sangre derramada.
Creo en Obama, y me alegro del alto el fuego en Gaza, y de la retirada de las tropas israelís, pero incluso a riesgo de parecer un desencantado de la vida y de la política, todo esto me suena a un mutis por el foro, para dejar el escenario vació, para que la gran actuación de Obama, el estreno mundial de su gran película tenga una mayor audiencia, sin que nada le haga sombra.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat
PS: Gracias a todos por vuestras felicitaciones a Eme. Él, que siempre lee mi blog, me ha dicho que os de las gracias de su parte.

domingo, 18 de enero de 2009

Qué mejor regalo…

A pesar de que lo saludábamos cada día al pasar por la puerta, hacía meses que no habíamos ido al restaurante chino de Ju Li Ann (Julián). Así le llamábamos nosotros, en realidad no sabíamos su nombre. Sólo íbamos allí cuando la economía y las ganas de cocinar nos habían abandonado. Aquel día, cosa que no habían hecho nunca, nos trajeron de regalo unas galletas de la suerte. Abrí la mía y desenrollé el mensaje, al tiempo que me reía, pues eso de los mensajes en las galletas siempre me había parecido muy americano y bastante sucio. Mi mensaje decía literalmente: “tu felicidad empieza por M”. Fácil – pensé – mi felicidad es mi marido, mi artista favorito, mi gran héroe, mi Eme particular.
Y como si un titular de un diario me lo estuviera anunciando, me acordé que en unos días, o sea hoy, sería su cumpleaños. ¿Ostras, y qué le regalo? - Volví a pensar, y me dije – Ya está, una bola de esas de nieve con su nombre dentro, que tanto me gustan. Pero no, eso me gusta a mí. Sí, lo reconozco esa cosa tan hortera me gusta a mí.
Claro, ya lo tengo, le prepararé una cena especial, con un plato dedicado a él. Ay no… que eso lo tenemos previsto hacer en casa de Milita. ¿Y una noche de amor loca? No, tampoco, porque eso sería un regalo para los dos, y este quiero que sea sólo para él. Pensé también en comprarle un barco para navegar por el mundo con él, o hacerle un templo para adorarlo, pero se marea y la crisis había mermado mis fondos, así que tampoco.
Pensé en hacerme un rapado en el pelo, para que cuando me viera por detrás supiera lo que lo idolatro, pero luego me crecería el pelo, o se me acabaría cayendo del todo y adiós regalo. ¿Y un rito satánico y con la sangre de un pollo grabar lo que lo quiero en la pared? Uf… Un poco cutre, ¿no? Siiiiii, ya lo se, un tatoo, que diga “te quiero Manu”. Pero no, tampoco, que eso es para siempre, y nuestro secreto ha sido vivir siempre el día a día. Oleeee, sí, un babero bordadito, como hace él. No, tampoco, por eso, porque él lo hace muy bien, y además ya no me daría tiempo. Esto se está poniendo difícil…
Pues ya lo sé, un globo que se pasee por la ciudad felicitándole en su día. Pero no, tampoco, porque si lo vamos a celebrar por la noche no se vería. Y claro, lo de dibujarle en la arena de la palaya la felicitación, sería efímero, se borraría en seguida, y yo quiero algo especial, muy especial, como lo que siento por él cada día, cada mañana, cuando desayunamos juntos y me invade ese olor a vainilla del café y me veo reflejado en su mirada.
Estoy perdido. ¿A alguien se le ocurre algo?
Mientras lo pienso, a mi niño muchas felicidades, y al resto, que tengáis un feliz día, viajeros.
Entrellat
Fotos: Collages de fotos encontradas en internet, dedicadas a esa gran persona que es Manu. Terrassa, enero de 2009

jueves, 15 de enero de 2009

Batallitas

Después de mi última actualización, he pensado que lo mejor para hacerle un pequeño homenaje a mi antigua casa sería explicar algunas de las anécdotas que allí me han pasado.
Era viernes por la tarde, por aquel entonces se cubrían todas las tardes, pero no había casi nadie en el edificio, unas 8 o 10 personas. Hacía tan sólo una semana que trabajaba allí para substituir a una chica que acababa de ser madre, y ya me colocaron en la recepción, a recibir a la gente y derivarla hacia los diferentes departamentos que allí había.
La recepción estaba situada en la planta baja, en el hueco que dejaba la escalera que subía a las otras dos plantas, rodeada por dos pasillos que llevaban a los despachos del Centro de Asistencia Primaria en Salud Mental.
Curiosamente los viernes por la tarde no había nadie en ese servicio. Yo estaba solo en la recepción, leyendo, porque la centralita había sonado muy poco en lo que llevábamos de tarde. Se abrió la puerta que daba a la calle, y entraron dos mujeres, una de aproximadamente 1,75 m de altura, con obesidad mórbida, debía pesar más de 120 kg. Tendría unos 30 años. La otra era bajita, apenas sobrepasaba los 1,50, era muy delgada y aparentaba tener más de 70 años. La conversación fue así más o menos:
-Putaaaaa, puta, putaaaaaaa, puta, puta, puta, charnega, charnega, putaaaaaa, puta, puta, charnegaaaaa, putaaaaa, puuuta – decía la joven gritando a la más mayor.
-Hola, buenas tardes - dijo la señora mayor dirigiéndose a mí, mientras la joven seguía con el mismo discurso.
-Hoola - dije yo, con la cara a cuadros, sin saber cómo tomarme aquello, mientras pensaba “a mí, me ha tenido que tocar a mí”.
-Putaaaaa, puta, putaaaaa, charnega, charnega, putaaaaa – continuaba la joven.
-¿En qué puedo ayudarla? – pregunté yo todavía mirando con la cara descompuesta.
-Verá, querría hablar con el psiquiatra, para que le den una pastilla a mi hija – dijo la señora con toda naturalidad, pero un poco avergonzada.
-Ay la hostia – pensé yo – si es su hija.
-Es que el otro día vinimos, y el psiquiatra le dio una pastilla y ya no gritaba más – continuó la señora.
-Íiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii – empezó a gritar la hija sin parar, cambiando el “puta, charnega”, por un chillido que me dejó más sorprendido todavía, si cabe.
Yo no sé si fue por lo curioso del caso, o porque pensé que me estaban poniendo a prueba, o porque no sabía que decirle, o por lo nervioso que me estaba poniendo, que me entraron unas ganas de reírme que no podía aguantarme. A todo eso, los pocos trabajadores que había en la casa, ya habían salido de sus despachos y se habían puesto en los rellanos de los pisos superiores mirando desde arriba hacia el hueco de la escalera, donde estaba la recepción, como si un palco del Liceo se tratara, y yo no pude más.
-Un momento, por favor, que voy a mirar – le dije a la señora aguantándome la risa, saliendo de la recepción para entrar corriendo al lavabo. Allí me tranquilicé, solté un par de risillas entrecortadas, no fuera caso que me oyeran madre e hija, y volví a salir.
-No hay ningún psiquiatra hoy viernes por la tarde, pero si usted no puede esperar al lunes, puede ir a urgencias del Hospital que allí le atenderán muy amablemente.
-Y usted no tendrá ninguna pastilla por ahí – volvió a preguntar la señora mayor.
-No, lo siento, sólo los psiquiatras tienen acceso a la medicación- dije yo.
Después de darme las gracias, la madre y la hija, que ya había parado de chillar hacía unos segundos, salieron por la puerta, mientras yo me sentaba en la butaca de la recepción. En aquel momento pensé que tenía que cambiar de trabajo.
Que tengáis un feliz día, viajeros.
Entrellat
Foto 1: Yo, en la segunda fila y Eme en la cuarta, con algunas de las compañeras de trabajo en la escalera de al lado de la recepción. Foto 2: Unos cuantos compañeros en un fiesta “roja”. Terrassa, finales de los 80 principio de los 90

lunes, 12 de enero de 2009

La gota de llet

Foto: Edificio de La gota de llet. Terrassa, enero de 2009
Se le conoce con el nombre de la gota de llet (la gota de leche), porque en los años sesenta este edificio albergó la maternidad. Ha llovido mucho desde entonces, y por sus paredes han pasado una larga lista de inquilinos: la Policía Municipal, los juzgados, Sanidad y Servicios Sociales y un largo etcétera.
La primera vez que recuerdo haberlo visto, tenía yo aproximadamente 8 o 10 años, y en la fachada figuraba el cartel Casa de Socorro, porque también albergó en esa época una especie de ambulatorio. Recuerdo que el nombre me impresionó mucho. Iba cogido de la mano de mi madre, y le pregunté qué era aquel edificio, por lo de Socorro, y me comentó que era una especie de hospital donde curaban a la gente enferma. Me impresionó tanto el nombre que cuando un septiembre de finales de los 80 entré por la puerta para hacer un cursillo – entonces ya había cambiado su utilidad, y era el Instituto municipal de salud y calidad de vida - me volvió aquella imagen de mi madre y yo pasando por delante del edificio. Poco podía imaginar entonces, ni cuando iba con mi madre, ni cuando entré para hacer el cursillo, que ese edificio sería mi casa durante más de 20 años. Allí he estado trabajando durante todo ese tiempo, desde que acabé el cursillo y me contrataron para hacer inspecciones de sanidad, hasta esta mañana; y cuando uno trabaja en un sitio, 40 horas a la semana – bueno, ahora ya son menos – no puede menos que considerarlo su casa.
He hecho de todo, durante este tiempo, de inspector de sanidad, de administrativo, de técnico de salud, de recepcionista, y hasta de “investigador privado”, porque el primer jefe que tuve, al que debo mucho, por cierto, me enseñó que ser polivalente era una gran cosa. Luego aprendí que era un arma de doble filo.
Este mediodía he salido y me he girado para mirarlo, pero como iba con dos de mis compañeras no he querido dejarme llevar por el sentimentalismo. En vez de eso he sacado mi teléfono y le he hecho una foto. Mañana ya no iré allí, seguiré haciendo lo mismo, pero en otro edificio, en el que curiosamente también había estado la Policía.
Mientras caminaba hacia casa iba pensando en todas las cosas que he pasado allí, y en toda la gente que ha entrado en mi vida a través de esas puertas, en cómo he crecido yo como persona, y a pesar de que no es más que un edificio, un lugar más, no puedo dejar de sentir una cierta tristeza.
Que tengáis un feliz día, viajeros.
Entrellat

jueves, 8 de enero de 2009

… y miro el mundo como Petra

Hola, me llamo Petra y tengo dos años y medio, casi tres. Vivo en una manada con dos miembros más, dos machos. El macho alfa, el que manda más de los dos, debe ser el más grande, seguro que sí, porque tiene la voz más potente y parece más fuerte.
Estoy muy contenta de vivir aquí, porque los dos son muy buenos cazadores. A veces salen a cazar por separado, pero la mayoría de las veces salen juntos, y no os podéis imaginar la cantidad de cosas que traen dentro de unas bolsas. Traen carne, pescado, frutas, pero no sólo eso, además traen un montón de tonterías que deben encontrar por ahí, mientras van de caza, como detergente, unas latas con líquido dentro, lechugas. Y luego se las comen, que asco. Las lechugas, sí, se comen las lechugas, el detergente no. Bueno, ese no, pero traen otro que está asqueroso y con el que me lavan a mí los dientes. Que no sé para qué lo hacen si luego se vuelven a ensuciar cuando como. En fin.
A mí me traen unas bolsas enormes, con unas bolas de comida, que al principio me gustan, pero que luego me acaba cansando, siempre bolas, todos los días bolas, y sólo me ponen de esas bolas para comer, y ellos se ponen hasta el culo de comer de las otras cosas; claro, como las cazan ellos…
Lo que más me gusta, aparte de mirar como guardan lo que traen de la caza en unos muebles que hay en la cocina, es tumbarme a dormir encima de los dos, a veces encima del macho alfa y a veces encima del beta. Uf! Me encanta, porque siento su corazón y su respiración, y me relaja, y me pego unas sobadas…
Lo único malo que tienen es que son un poco tontos, los dos, porque a pesar de que son machos, no tienen sexo conmigo, ni siquiera cuando estoy en celo. Sólo lo tienen entre ellos. Que un poco raros sí que son.
Hoy el macho beta, el pequeño, está mirando la tele, y como se ha dejado el ordenador encendido, y veo que él se pone muchas veces a contaos cosas por aquí, pues me he dicho que os iba a contar yo un poco mi vida.
Que tengáis un día de perros; un buen día, vaya.
Petra
Foto 1: Yo (Petra). Foto 2: Yo, jugando con el macho alfa. Terrassa, octubre de 2008

martes, 6 de enero de 2009

Por una mirada ilusionada

Foto: Yo, de Rey Melchor en una cabalgata. Rubí, enero de 2005
Cuando hace 4 años recibí la invitación por parte del Ayuntamiento de Rubí, para ser el Rey Melchor durante la cabalgata de Reyes, no me pareció una gran cosa, al contrario, me pareció una putada, porque no soy muy amante de la Navidad, y encima lo de estar todo el día entero ocupado entre maquillaje, vestidos, la cabalgata y el discurso delante de toda la ciudad, me daba un poco de respeto, todo hay que decirlo, pero aun así acepté.
Más adelante, cuando lo comentaba con la gente, todo el mundo me decía que este tipo de invitación sólo se hace a personas importantes de la cultura, los deportes, o de otros ámbitos municipales. Y ahí fue cuando no entendí por qué me lo habían ofrecido a mí. Bueno, sí, por ser parte de una de las compañías teatrales que tienen sede en la ciudad. En Terrassa, mi ciudad todavía es más elitista la selección, los reyes se pagan incluso su propia carroza y hasta los caramelos que tiran. Generalmente suelen ser comerciantes o gente de “familias bien” de la ciudad.
El caso es que pasado el trago del maquillaje y del vestuario, que aunque parezca una tontería, no lo es, a partir de que te colocan ese mostrenco de traje, ya no te puedes mover solo, incluso necesitas compañía para ir al baño; pasado el trago, digo, la cosa empezó a cambiar al ver la cara de los niños, mirándote como si fueras algo especial. No tenía precio. Nadie nunca me había mirado de esa manera.
Hay una costumbre en Rubí, por la que los niños de pocos años, entregan el chupete a los reyes magos, es como un rito iniciático por el que dejan de ser bebés para ser niños, y te lo entregan ellos mismos, en brazos de sus padres, como si fuera su gran tesoro y te miran con una ilusión en la mirada que te descoloca, pero luego sabes que no es a ti a quien ven, si no a Melchor.
Un niño, que consiguió saltarse la barrera de seguridad llegó hasta mí, y me preguntó si era Melchor, y yo le dije que sí. Entonces me preguntó si esa noche le traeríamos la Nintendo roja con el Pokemon. Como no sabía por dónde salirme, y entonces no sabía ni lo que era eso, le pregunté si había sido bueno, y me dijo que no mucho - fue sincero el muchacho. Yo le dije que en ese caso, mejor que se lo preguntara a sus padres, y que si ellos no tenían inconveniente, yo tampoco. El niño se fue con una sonrisa enorme en la cara, como si la tuviera tatuada. Creo que nunca he hecho a nadie tan feliz. Al cabo de unos minutos volvió con el padre de la mano y me dijo: “Díselo, díselo, a que sí que me vas a traer la Nintendo roja con el Pokemon.” Yo sonreí, sin saber qué decir, y el niño dijo mirando a su padre: “¿lo ves?” El padre me miró sonriendo como diciendo: “son niños”.
Digo todo esto, porque a pesar de que las fiestas de Navidad no me gustan, y no dejo de atacarlas en cuanto tengo ocasión, momentos como esos, me rompen el corazón y me hacen dudar de mis sentimientos “anti navideños”.
Que tengáis un buen día, viajeros.
Entrellat

domingo, 4 de enero de 2009

Carta para Marcela

Foto: Exposición “Topografhie des Terrors” en las ruinas de unos antiguos cuarteles y celdas de la SS. Berlín, octubre de 2005
Querida Ruty:
Nunca me han parecido sólo números las víctimas de una contienda, siempre me he esforzado en ponerles cara, en ponerme en su lugar, pensando cómo sería si alguien de mi familia estuviera ahí. Me resisto a sentarme delante del televisor y cambiar de cadena cuando se presentan los datos y las imágenes de la guerra. Y ahora lo tengo más fácil porque te conozco a ti, que estás pasando por eso, y te tengo cariño.
Desde que tengo uso de razón he vivido este conflicto con más interés que otros conflictos internacionales, no sé por qué. Y ahora con la perspectiva de los años no sabría decir quién son “los buenos” y quien “los malos”, porque nunca los hay.
Lo duro de esta guerra como siempre, son las vidas truncadas, las esperanzas rotas y las familias destrozadas en ambos bandos; pero en este caso, además, lo duro es que se dé en fechas preelectorales, porque todavía la deshumaniza más, la politiza aun más, si cabe. Esta guerra parece una campaña política de Tzipi Livni para callar a los sectores más radicales, demostrándoles que es capaz de gobernar el país al más duro y puro estilo de Olmert o de Sharon. Ya no se puede dialogar porque se está estableciendo el durísimo cliché de que los palestinos son chusma incivilizada a la que se debe educar a base de hostias, a base de bombas; cuando en realidad somos todos, incluida la comunidad internacional, y no sólo los palestinos los que tenemos que aprender que de una guerra poco o casi nada bueno se puede sacar.
En el lado palestino es mucho peor, tú lo has dicho. Según la prensa internacional Israel se ha "cebado" con la población civil palestina; como ya no quedan objetivos militares, hay que atacar a los civiles indiscriminadamente. No hay culpables, ni inocentes, sólo víctimas, pero los más desmejorados siempre salen perjudicados.
Algo parecido pasa del lado donde vives tú; pero me da rabia que digas que no eres valiente, porque sí lo eres, porque eres capaz de coger a tu familia cuando suenan las sirenas y abrazarlos y darles tu calor envueltos en una manta, y darles sobre todo lo único que en un momento así se necesita: seguridad y amor.
Sólo espero que pronto se solucione todo este maremágnum de muertes y desgracias y que personas pacíficas como tú, o como las del otro bando, puedan recuperar su vida.
Besotes y abrazos llenos de esperanza y de paz.
Fran (Entrellat)
PS: Esta carta se la dedico a Marcela (Ruty) , una fotógrafa israelí que vive en Beer Sheva (Israel) y está sufriendo en sus propias carnes y en las de su familia los bombardeos desde la franja de Gaza. Si podéis echarle un vistazo a sus últimas actualizaciones, explican con gran sinceridad el sentimiento de una persona que sufre una guerra.

sábado, 3 de enero de 2009

He visto la luz

He visto la luz, eso fue lo que debería haber dicho al ver la iluminación navideña de la plaza Mayor de Madrid y en general las de casi toda la ciudad.
Venía de Terrassa donde la crisis había hecho elegir a las “personas que deciden” unas sosísimas estrellas que no consumen electricidad, si no que reflejan la que hay a su alrededor. Sobre el papel parecía una buena cosa, ecológica y barata para el momento de crisis en el que estamos viviendo. Pero claro, unas estrellas que deberían reflejar la luz que tienen a su alrededor no pueden funcionar si no tienen luz que reflejar; es decir, si estas estrellas no van acompañadas de alguna fuente de luz difícilmente pueden reflejar algo; vamos que no funcionan con la luz de los cigarrillos de la gente que pasa por debajo de ellas. No son tan eficaces. Lástima que los ciudadanos se dieran cuenta antes que el consistorio.
Otra cagada de esta Navidad en cuanto a adornos se refiere ha sido los arbolitos ecológicos del Ayuntamiento de Barcelona, que por el módico precio de 214.000 euros la media docena, hemos conseguido unos arbolitos que funcionan con energía solar y con el pedaleo de los ciudadanos. Que digo yo, ¿no sería más barato y más ecológico poner 6 árboles de los de toda la vida y con lo que nos sobre de dinero, replantar algunas de las zonas deforestadas?
Entre estas eco-modernidades y la fallida propuesta de la comunidad europea de prohibir el “tortell de reis”, porque podría ser peligroso al llevar juguetes en su interior, creo que estamos perdiendo el norte, habrá que volver a mirar a la estrella de Belén. Con tanta sobreprotección y tanta estupidez, seguramente que lo próximo será prohibir el “Tió de Nadal”, por hacer apología de la violencia, y si no tiempo al tiempo.
A pesar de todo, Feliz año nuevo, viajeros.
Entrellat
Foto 1: Detalle de la Iluminación navideña de la Plaza Mayor. Foto 2: Un árbol en la Plaza de España. Madrid, diciembre de 2008