Foto: Conxo, Dim, La triche, Nekobcn y las piernas de Eme, en una cena fotologuera. Terrassa, noviembre de 2008
De la calidad de tus fotomontajes no hablo, porque es indiscutible. Se ve a simple vista. En ellos a modo de broma dibujas parte de una sátira del día a día, de tu día a día; aunque “si me das a elegir, ay amor, me quedo contigo”, como dirían dando estopa aquellos chiquitos de Cornellà en su remasterizada versión de la canción de los Chichos. Y cuando digo que me quedo contigo, no quiero decir que te tomo el pelo, no, que el castellano es muy rico y muy puñetero, también. Digo que me quedo contigo, que te prefiero a ti, a tus trocitos de realidad, a esas historias que como la de Carol, duele tanto leer pero que me enganchan tanto, porque aunque te conozco menos de lo que quisiera para saber en qué grado son ciertas, te conozco lo suficiente para saber que traspiran realidad. ¡ Qué coño! “Transpiran” es demasiado suave. Sería mejor decir que sudan realidad. Son historias de lágrimas de dolor, pero también de lágrimas de alegría. ¿Y hay algo que le haga a uno ser más consciente de estar vivo que el dolor y la alegría? No. Por tanto tus historias están llenas de vida.
Hoy he leído la tercera parte, el final, de la historia de Carol, y cuando la he leído he tenido la necesidad de volverla a leer entera, desde el principio, a pesar de que ya la había leído.
Y cuando he acabado he tenido la necesidad también de dejarle un mensaje a su autor, a Conxo, o mejor dicho a Jorge, y me he puesto a escribirle, pero a medida que he ido escribiendo me he dado cuenta que tenía demasiadas cosas que decirle como para que se quedaran escondidas ahí, en un posteo discreto, y he pensado que hoy le dedicaría mi pequeño espacio.
No voy a decíos nada más sobre él, seguro que muchos ya lo conocéis incluso en persona, y lo seguís como yo, pero para los pocos que todavía no lo hacéis, empezad con esa historia, la de Carol. La historia de Carol I
La historia de Carol II La historia de Carol III
Nada más.
Y nada menos.
Gracias Conxo. Muchas gracias Jorge, por estos momentos tan preciosos y tan llenos de realidad.
Besotes, bonic.
Y al resto, que tengáis un buen fin de semana.
Entrellat



Pensé en hacerme un rapado en el pelo, para que cuando me viera por detrás supiera lo que lo idolatro, pero luego me crecería el pelo, o se me acabaría cayendo del todo y adiós regalo. ¿Y un rito satánico y con la sangre de un pollo grabar lo que lo quiero en la pared? Uf… Un poco cutre, ¿no? Siiiiii, ya lo se, un tatoo, que diga “te quiero Manu”. Pero no, tampoco, que eso es para siempre, y nuestro secreto ha sido vivir siempre el día a día. Oleeee, sí, un babero bordadito, como hace él. No, tampoco, por eso, porque él lo hace muy bien, y además ya no me daría tiempo. Esto se está poniendo difícil…
Pues ya lo sé, un globo que se pasee por la ciudad felicitándole en su día. Pero no, tampoco, porque si lo vamos a celebrar por la noche no se vería. Y claro, lo de dibujarle en la arena de la palaya la felicitación, sería efímero, se borraría en seguida, y yo quiero algo especial, muy especial, como lo que siento por él cada día, cada mañana, cuando desayunamos juntos y me invade ese olor a vainilla del café y me veo reflejado en su mirada.
Estoy perdido. ¿A alguien se le ocurre algo?
Mientras lo pienso, a mi niño muchas felicidades, y al resto, que tengáis un feliz día, viajeros.
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